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Actualizado: 13 de junio de 2025
En los grupos que se formaban por los rincones del templo cuchicheábase dirigiéndole miradas furtivas, acogíanse todas sus palabras con mirada benévola y sumisa, se le colmaba de atenciones.
Quiera nuestro venerado patrón San Benito concederos su gracia y dirigir nuestros juicios en esta ocasión, para el bien de la comunidad y para la mayor gloria de Dios. ¿Cuántos son los cargos dirigidos contra el novicio Tristán? Cuatro, reverendo padre, contestó el interpelado en voz baja y sumisa. ¿Los habéis enumerado y expuesto conforme lo manda nuestra santa regla?
Yo la hubiera estrechado entre mis brazos, la hubiera arrancado frenético aquella corona de rosas blancas... De seguro Amparo hubiera sido para mí una esposa sumisa... Pero... yo quería su amor... y ella... ¡ella se había casado conmigo porque se lo mandaba yo! ¡por agradecimiento!
Era un muchacho con faldas; siempre lo había dicho Luis; por esto la huía, teniéndola mucho miedo; porque a pesar de su dulzura de gatita cariñosa y sumisa, acababa siempre por imponer su voluntad. ¡Señor! ¡Y qué educación dan en esos colegios franceses! Mira, Luis... pocas palabras. Te quiero, y vengo decidida a todo. Eres mi marido y contigo debo vivir.
Lucía, ardiente y despótica, sumisa a veces como una enamorada, rígida y frenética enseguida sin causa aparente, y bella entonces como una rosa roja, ejercía, por lo mismo que no lo deseaba, un poderoso influjo en el espíritu de Sol, tímido y nuevo.
Obedeció sumisa la muchacha, y de hinojos, abatida y suspirante, leyó el primer día: «Muchas veces por falta de espíritu se queja el cuerpo miserable. Ruega, pues, con humildad al Señor que te dé espíritu de contrición y di con el profeta: «Dame, Señor, a comer el pan de mis lágrimas, y a beber con abundancia el agua de mis lloros....»
Lionel se limpió la sangre de una mejilla, y luego miró á su esposa con aquellos ojos de niño abandonado é implorante. ¡Oh, mi rey! gritó ella, refugiándose en sus brazos . ¡Pobrecito mío!... Perdóname; soy una loca. No te abandonaré nunca. Y durante todo el día, Gould conoció la más amorosa y sumisa de las mujeres.
El rudo maestro alemán era un ser infantil, voluble y tornadizo, pronto a palmotear ante un nuevo juguete. Leonora, consultando su pasado, se reconocía capaz de haber llegado hasta la vejez sumisa a él, obediente a todos sus caprichos y nerviosidades.
Teletusa que tenía a Morsamor de la mano, le dijo entonces con voz dulce y sumisa: Quedaos aquí, señor Morsamor, que pronto vendrá quien os alegre y se alegre de veros. Y dicho esto, sin que hubiese vagar para contestación o pregunta, desaparecieron Teletusa y Tiburcio con ella, dejando a Morsamor solo.
D.ª Carmen, que siempre había sido muy piadosa, en los últimos tiempos se había entregado por completo a las prácticas religiosas. La enfermedad la separaba cada vez más de las ideas mundanas, la entregaba triste y sumisa a los curas. Salabert nunca había puesto obstáculo a esta devoción: la miraba con indiferencia compasiva, como una manía inocente.
Palabra del Dia
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