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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Unos indígenas á sueldo se encargaban de desenterrarlas oportunamente, con gran publicidad. Ahora, la moda favorecía al arte negro, y los coleccionistas buscaban los ídolos horribles de madera tallados por las tribus del interior de África.
Don Ulpiano en vez de atarle corto por otros medios y a pesar de no tener más que aquel hijo, le largó a Londres empleado en una casa de banca, con un sueldo mezquino y encargo de que le tuvieran bien sujeto... Al quedar yo huérfana, don Ulpiano en vez de llevarme a su casa, me confió a una hermana de mi padre que hasta entonces había vivido sola, con una pequeña viudedad que tenía y con lo que papá de cuando en cuando le daba.
El mismo dia que le proclamaron rey echó del palacio y casa real á todos los cristianos que en ella servian, quitándoles las raciones y sueldo que tenian; y entre ellos fué tambien echado Joseph, hermano de S. Eulogio, como el santo refiere. De esta destruccion de los templos de los cristianos en tiempo de Mohammed nos ocuparemos tambien en el capítulo Córdoba mozárabe. S. Eulogio: Docum.
Sus parientes de Barcelona, mercaderes de ágil entendimiento para la evaluación de una fortuna, sumaban lo que habían dejado el notario y su esposa, y añadiendo lo de Labarta y el médico, casi llegaban á un millón de pesetas... ¿Y un hombre con tanto dinero iba á seguir viviendo lo mismo que un pobre capitán que necesita el sueldo para mantener á su familia?...
El espejo no, porque ninguno tenían en su casa. Sería un espejo interior, clarísimo, en que ven las mujeres su imagen propia y que jamás las engaña. Lo cierto es que Amparo, que seguía leyéndole al barbero periódicos progresistas, pidió el sueldo de la lectura en objetos de tocador.
Daría yo dice algunas veces, la mitad de mi sueldo por poder escribir un artículo de esos retumbantes de política. ¡Voto va! ¡qué hombres esos!; ¡y qué talentos! ¡Y cómo lo convencen a uno con sus discursos! ¡Media vida diera yo, y la mitad de la otra media porque mi hijo Tomasito pudiera el día de mañana hacer otro tanto!
El lujo en Sevilla no fascina, como en otras partes, al sexo femenino, y es porque la pobreza no se considera ridícula; la mantilla es una prenda que las iguala a todas. Aquí no se siente la diferencia de clases. La joven más encopetada por su nacimiento y fortuna alterna de igual a igual con otras muchachas que viven del modesto sueldo de su padre.
Hasta entonces paré mientes en que el pobre, el que vive de un sueldo mezquino, está a merced de quienes le pagan. ¿Qué hará si le echan a la calle? ¿Qué hará, si, lastimado en su honradez y en su dignidad, protesta de su inocencia, y toma el sombrero, y se va? «¡No hará tal! dice el amo. ¿Qué come mañana? Tiene hijos, esposa...» Y fiado en esto le ultraja y atropella sin piedad.
Un puñado de oro, economizado sueldo a sueldo. ¿Un puñado de dinero? dijo la señora de Bruinsteen, riendo de incredulidad . ¿Pensáis que no sé cuántas acciones de la deuda del Estado y cuántos títulos de empréstitos encerráis allá arriba, en vuestra caja de hierro? Vamos, vamos, no os enojéis, mi buen Mathys, no os envidio de ningún modo vuestro tesoro.
Entonces se pronosticaba a D. Jaime un brillante porvenir. El pronóstico se va cumpliendo. Aún no debe tener cuarenta años y ya es brigadier. Por su cuna y por sus prendas es muy estimado y querido. Además de su sueldo, tiene alguna rentilla, que le da independencia y desahogo. D. Jaime tendrá sobre dos mil duros al año. Para nada necesita de este distrito.
Palabra del Dia
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