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Actualizado: 19 de julio de 2025
No importa que sea un sitio u otro donde usted vaya, en el Norte o en el Mediodía; lo indispensable es que usted descanse y respire aire más puro, que corra usted entre los árboles unas veces y otras al sol, que coma usted alimentos suaves y nutritivos, que se levante usted temprano y no se retire tarde, que trueque, en fin, la vida artificial y antihigiénica que lleva, por otra natural y sencilla, y que dé a ese pobre cuerpo lo que está reclamando a gritos.
Aceptemos el rápido cambio que, en el individuo, existe entre sus diversos elementos; aceptemos la ley superior que enlaza los miembros vivos de un mismo cuerpo: humanidad. Por medio de sus sonidos que se creen confusos, articula muy claramente el mar sus suaves palabras.
Dia 9. A las cinco de la mañana seguimos á nuestro destino, donde llegamos á las once, habiendo caminado 7 leguas por el rumbo del ESE. En este terreno se hallan mejores pastos y fèrtiles; se compone de lomitas suaves, buenas para siembra: hallamos varias lagunitas accidentales; se halla acampado en este puesto el Comandante de la expedicion, y Sargento Mayor D. Manuel de Pinazo.
Es el álbum un libro misterioso Donde todos deponen suaves flores: Allí ofrece el amante sus amores, Y el amigo su sincera oblacion; Allí están los recuerdos del hermano, Del padre, del amigo y del esposo, Y el crugir de sus hojas, armonioso, Es un eco del tierno corazon.
La música dominaba a intervalos el rumor de las conversaciones; la atmósfera se iba cargando hasta hacerse enojosa; la temperatura aumentaba por momentos; el abrasado ambiente de la sala parecía luchar con el fresco que penetraba del jardín por los anchos balcones en suaves ráfagas, y entre aquel mar de luz o torbellino de colores, se percibía el olor extraño que formaban los aromas de las flores, los perfumes de tocador y el calor de los sudorosos cuerpos.
A mis pies veía, por una parte, las imponentes ruinas del Anfiteatro romano; por otra, la villa actual; alrededor, una verde llanura poblada de algarrobos, olivos y moreras, y más lejos el azul Mediterráneo, ó suaves cordilleras de montañas que delineaban, por decirlo así, un magnífico y resplandeciente horizonte. El día estaba sereno y caluroso.
Las suaves tintas del crepúsculo sombreaban en ese mismo instante el océano de follaje medio dorado por el otoño; los sombríos pantanos, los verdes prados y los horizontes de entrecruzadas pendientes que se mezclaban y sucedían bajo nuestros ojos hasta la más lejana extremidad.
No sólo, pues, se manifestó conforme, sino que la alentó con suaves palabras a persistir en ella y a llevarla a cabo en el plazo más corto posible. Quedó en principio acordado entre ambos que se buscarían los medios más adecuados para ello.
El joven le pareció mucho más bello en el original que en los retratos, y cuando oyó su voz, argentina, melodiosa, y rica de tonos persuasivos y suaves, que roban la prudencia y la calma, apenas pudo sostenerse y pensó que se desmayaba.
Empezó por tocar con los dedos tímidamente una pulsera de monedas antiguas que Jacinta llevaba, y viendo que no le reñían por este desacato, sino que la señora aquella tan guapa le apretaba contra sí, se decidió a examinar el imperdible, los flecos del mantón y principalmente el manguito, aquella cosa de pelos suaves con un agujero, donde se metía la mano y estaba tan calentito.
Palabra del Dia
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