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Actualizado: 19 de julio de 2025


Prefería seguir preparándose para ser un buen esposo. Después de Mesía, pocos seductores había tan afortunados como el Marquesito. La vanidad solía ayudarle en sus conquistas; no pocas mujeres se rendían al futuro marqués de Vegallana; pero otras veces, y esto era lo que él prefería, vencían sus ojos azules, suaves y amorosos, su manera de entender los placeres.

Las que corrían eran ágiles como cabritillas, y al correr parecía que no tocaban el suelo con sus diminutos pies; la que las seguía con la vista, era de formas más abultadas y de movimientos menos suaves y graciosos; y aunque vestía lo mismo que ellas en forma y calidad, en la combinación de los colores y en el aire de su vestido había algo que no era del mejor gusto.

Muchos olivos erguidos, de perfiles más suaves, parecían tener rostro y formas femeniles. Eran vírgenes bizantinas, con tiara de leves hojas y luengas vestiduras de leña.

Os saludan todas las Iglesias del Cristo. 17 Y os ruego, hermanos, que miréis por los que causan disensiones y escándalos fuera de la doctrina que vosotros habéis aprendido; y apartaos de ellos. 18 Porque los tales no sirven al Señor nuestro Jesús, el Cristo, sino a sus vientres; y con suaves palabras y bendiciones engañan los corazones de los simples.

En torno del kiosco de la orquesta había una masa de suaves colores, formada por los sombreros femeninos, los trajes primaverales, los inquietos abanicos. Frente á las terrazas se extendía el mar entre promontorios color de rosa. Las velas lejanas parecían arder, enrojecidas por el sol moribundo.

Siguióle en el uso de la palabra el padre Ortega, que con el acento persuasivo y untuoso que le caracterizaba, después de darles, lo mismo al duque que a sus hijos un buen jabón de elogios disparatados para ponerlos suaves, apeló a sus sentimientos cristianos, les hizo presente el mal ejemplo que darían, les pintó las dulzuras del cariño y del sacrificio mutuo y concluyó prometiéndoles la gloria eterna.

Tiene razón el buen hombre exclamó á poco rato el bonachón madrileño. El infeliz no tendrá, tal vez, comida para mañana; y de él no ha salido la idea de hacerme reo de semejante delito.... Llámale, Silvestre, que voy á gratificarle.... No te apures, hombre de Dios; yo los conozco mejor que ... y no son tan suaves como aparentan.

Como los rumiantes, poseen una sucesión de estómagos donde se elaboran los alimentos; dientes, apenas los necesitan y no tienen. Pacen fácilmente las vivas praderas del mar, quiero decir, los gigantescos fucos, suaves y gelatinosos, las capas de infusorios, los bancos de átomos imperceptibles. No hay necesidad de cazar para la adquisición de tales alimentos.

Al cabo, no sin piadoso designio, entiendo yo que ha dispuesto la Providencia que sean las naciones de Aragón, Portugal y Castilla las que prevalezcan y descuellen en esta edad, todavía algo bárbara y de costumbres poco suaves.

Los otros dos arcos miran al Mediodía, y desde ellos se goza de la apacible contemplación de la Huerta y del bosque de olmos y de todos los suaves encantos de aquel breve y pacífico horizonte.

Palabra del Dia

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