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De pronto oyó un ruido, unos tropezones sonoros, un choque de vajilla y loza.... El ama Engracia fregoteaba sin duda los platos en la cocina. ¿Cómo lo adivinó tan presto Lucía? El entendimiento se aguza en las horas críticas y extraordinarias. Guiada negativamente por el ruido, Lucía siguió andando en dirección opuesta, hacia el extremo del pasillo, en que reinaba el silencio.

Habladores ó charlatanes los puede haber en todos los paises, en todas las regiones del mundo habitado, en medio de los fríos y secos ingleses así como entre los vivos é impresionables franceses... Y seguía una hermosísima revista de los pueblos con sus poéticos caracteres y epítetos más sonoros.

No, no me querrás... Dame un beso ahora... Después que te lo diga, no me darás ningún otro... Lolita se manifestó sorprendida, pero le dio algunos besos sonoros.

Sonoros suspiros como pequeños cohetes salían de su pecho y se le ocurrían todos los versos, todas las frases de los poetas y escritores sobre la inconstancia de la mujer. Maldecía en su interior la creacion de los teatros, la opereta francesa, prometía vengarse de Pelaez á la primera oportunidad.

Allá abajo se veían las oscuras olas del Pacífico batir las concavidades de la roca, produciendo sonoros truenos, al mismo tiempo que heridas por un rayo de luna, olas y espumas brillaban como chispas de fuego, como puñados de brillantes que arrojase al aire algun genio del abismo. Miró en derredor suyo. Estaba solo.

Después de aquel memorable día de Todos los Santos en que el médico vió a la niña enamorada de otro hombre, midió varias noches los salones solitarios de Luzmela con sus pasos automáticos y sonoros, y se agitó insomne y nervioso, muchas horas, en el monumental lecho de roble donde don Manuel de la Torre murió sin consuelo.

Era lo mismo: la calle transversal estaba tan frecuentada como la avenida. ¡Pero el cuidado que le daban á ella los curiosos!... Con vehemencia, le echó los brazos al cuello, ciega é insensible para todo lo que no fuese él. Toma... toma. Plantó en su cara dos besos violentos, sonoros, agresivos.

Esta actitud hizo comprender a Miguel que la brigadiera nada le había dicho de la carta ni de la cita. Después avanzó lentamente hacia él manifestando siempre la misma sorpresa mezclada de terror, sin hacer caso de la sonrisa tranquilizadora de su hermano: cuando éste la tuvo cerca, avanzó también algunos pasos, y cogiéndola por la cintura, la dio un par de sonoros besos en las mejillas.

Traía yo un tomo de versos, generalmente de Zorrilla. Angelina se encantaba con las leyendas del afamado poeta: «A buen juez, mejor testigo», «La Pasionaria», «Margarita la Tornera». Con ésta, sobre todo, que era para ella lo más hermoso de la poesía moderna. Me parece que veo a la anciana y a la joven muy diligentes y afanosas, oyendo atentamente los sonoros versos.

Besémonos y adiós. Besé las mejillas duras y rojas de Petrilla sobre las que, según me temo, algún patán de dulce charla había depositado ya algunos besos furtivos y sonoros. ¡Adiós, Juan! Hasta la vista señorita dijo Juan, riendo estúpidamente, lo que es un modo de demostrar emoción como cualquier otro.