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Actualizado: 3 de noviembre de 2025
Tenían ahora sus palabras, en vez del impetuoso brío de antes, un dejo amargo, una sombría y patética elocuencia. No era su tono el enfático de la prensa, sino otro más sincero, que brotaba del corazón ulcerado y del alma dolorida.
En la callejuela sombría esperaba la carretela. El cochero, fiel á su promesa, no la había abandonado, pero se había hecho llevar una botella de vino y bebía á la salud de los novios. Las once acababan de dar en el campanario del pueblo. El momento de la partida se aproximaba.
Múdase entonces el lugar de la escena, que nos representa el panteón de la familia de los Castelvines. Julia ha despertado; su sorpresa, su horror y su amor le inspiran en esta mansión sombría un monólogo de admirable verdad y sentimiento.
Por el camino hablaba el viejo de su situación con tono melancólico; pero sus quejas eran vagas. Llegaron al paseo: una ancha faja de jardín en la orilla del río, exuberante de vegetación, pero tan sombría, que justificaba su título vulgar de «paseo de los desesperados». La concurrencia era la de siempre.
Al mirarle más atentamente, vi en sus ojos extraviados un aire de melancolía sombría que me hizo comprender que se trataba del hijo de los infortunados que acababa de dejar. «¿Qué tal, amigo mío le dije , te encuentras ahora mejor?» «¡Oh! yo creo que estaré mejor contestó cuando los árboles cambien la hoja, y cuando los prados vuelvan a verdear como antes; pero, me parece que por esta vez no habrá primavera.
Y la voz del tío Manolillo era ronca, amenazadora, sombría; sus ojos bizcos se revolvían de una manera espantosa, estaban inyectados de sangre y su barba temblaba. Don Juan de Guzmán se sentía dominado; doña Ana estaba coartada por el miedo.
Cuando llegué á la meseta, vi á mi derecha la línea sombría del arenal, cortar en lontananza una faja de horizonte más lejana aún, ligeramente ondeada, azul como la mar, inundada de sol, y que parecía abrir en medio de aquel paraje desolado la repentina perspectiva de alguna región radiante y pintoresca: era en fin la Bretaña.
Pero Luzmela se había hundido en la espesura sombría de la tarde. Sólo en algunos momentos, entre la niebla jironada, aparecía austero y lejano el perfil de la torre señorial. Entonces Carmencita se enjugaba los ojos con presteza y miraba, miraba toda anhelante.
De ese modo, redimió todo lo que pudiera pensarse que hubo de sombrío en su obra, aceptando para él, espontáneamente, la parte más sombría. Ya antes había hecho un sacrificio prolongado, que no había sido cruento, pero que había sido tan duro, por lo menos, como aquel que hiciera en el momento de morir. Como dije antes, todos los halagos de la existencia fueron cosas por él renunciadas.
No puedo decirlo... no puedo decirlo... Y no sale de eso, a pesar de todos mis esfuerzos para que se decida a hablar. Pero, poco a poco, su fisonomía se transforma, adopta una expresión resuelta, sombría, y sus labios acaban por murmurar amargamente: Quiero salir de esta casa... Quiero fugarme... ¡Gran Dios! ¿y con quién? pregunto consternado.
Palabra del Dia
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