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Actualizado: 8 de noviembre de 2025
¡Ah! si alguna vez se ha sentido un hombre desesperado, abatido y desengañado; si ha comprendido cuán inútil y sin objeto ha sido su vida triste y solitaria, ese hombre he sido yo. Intenté persuadirla de que me contara cómo ese rústico campesino la había obligado a que se casara con él, pero las palabras se anudaron en mi garganta y la emoción me ahogó.
En los vecinos naranjales se abrían los últimos azahares. ¡Hermosa noche! ¡Qué dulcemente que susurraban los vientos! Pero, ¡ay, qué solitaria y triste me pareció la sala!... Estaba fría como una tumba, desolada como una alcoba de la cual han sacado un cadáver.
A pesar de la veneración que Pablito le inspiraba Piscis llegó a presumir que le gustaba una de las costureras. ¿Cuál? Su perspicacia no llegaba a resolverlo. Comenzaron de nuevo su cántico las jóvenes, pero al llegar a aquello de Sólo tú, mujer divina, rezarás una plegaria en mi tumba solitaria, etc. Pablito soltó otro berrido estridente y atronador. Vuelta a la risa. Venturita se puso seria.
Al rayo de la luna que cruza solitaria del infinito espacio por la region azul, yo elevo á los que fueron mi lánguida plegaria, y rompe de sus tumbas la losa funeraria el canto que suspira gimiendo mi laud.
Aquellos dos meses de residencia con Magdalena en nuestra solitaria casa, en pleno campo, a orillas de nuestro mar, tan bello en semejante estación, fue una causa de constantes delicias, mezcladas con tormentos que me purificaban.
Azorín querrá encontrar allí la paz, y no encontrará la paz que ha sentido en esta plaza solitaria y bajo estos árboles sombríos; y querrá encontrar allí hombres sabios y no los encontrará tan sabios como este que se llama Sarrió.
En el centro del jardín, la estatua de la Virgen se alzaba solitaria, bajo una corona de follaje que le formaban cuatro grandes magnolias, tan antiguas como el convento mismo; enredaderas de jazmín del País, trepando al pedestal de la imagen, le tendían floreciendo una alfombra de nieve.
6 Aquella noche ocupara oscuridad, ni fuera contada entre los días del año, ni viniera en el número de los meses. 7 ¡Oh, si fuere aquella noche solitaria, que no viniera en ella canción! 8 Maldijéranla los que maldicen al día, los que se aparejan para levantar su llanto. 10 por cuanto no cerró las puertas del vientre donde yo estaba, ni escondió de mis ojos la miseria.
¡Ah! aquel hombre, cuando le dejó la dama tapada en una callejuela solitaria, me detuvo hierro en mano. ¡Oh! exclamó el duque de Lerma ¿se trataba de mataros? Y la reina se había puesto por cebo; no tengo duda de ello. Además, aquel hombre había sido buscado á propósito; yo me jacto de ser buena espada; pues bien, aquel hombre me desarmó y me hizo gracia de la vida.
Nosotros, afortunadamente, hemos atenuado la tristeza de esta vida solitaria, obligándonos a darnos fiel cuenta de nuestras jornadas, de nuestras aventuras, de nuestros proyectos, de nuestros secretos y dulces ensueños, de modo que cada uno de nosotros, al recibir al final de cada mes el diario sincero de su amigo, pueda aún identificarse con él como antes, volver a vivir todas las horas pasadas.
Palabra del Dia
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