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Actualizado: 17 de junio de 2025
La estudié con mucho interés, porque, como todo el mundo, había encontrado á ese joven en sociedad y su familia me inspiraba vivas simpatías. No lo conocía con bastante intimidad para recusarme, pero sí para formar un serio empeño en poner en claro aquella conmovedora aventura.
El enemigo temible es ése, y no los que indicó D. Primitivo. Créame usted, señor conde... créame usted... Es lo que yo tenía entendido antes de venir repuso el conde. Al parecer es hombre acaudalado y goza de simpatías en la población... No cabe duda, no cabe duda.
Fué siempre su humor caprichoso y fantástico y por él se había dejado arrastrar á simpatías injustificadas y á antipatías más injustificadas aún que ocasionaran no pocos disgustos en la casa. Pero con la edad, pues era ya un viejo can, este humor se había exacerbado de modo increíble. Sus manías se habían convertido en verdaderas chocheces. En el pueblo se murmuraba bastante de él.
En una clase tan numerosa se necesita de mucho para llamar la atencion del profesor, y el alumno que desde el primer año no se haga notar por una cualidad saliente ó no se capte las simpatías de los profesores, dificilmente se hará conocer en el resto de sus días de estudiante. Sin embargo continuó, pues la constancia era su principal caracter.
Nuestro sacerdote unas veces se entristecía con ellos, pero otras se confortaba pensando que no debía de estar tan condenado y maldito cuando D. Miguel tomaba sus terribles dudas con tanta calma. Cuando a éste le retiraron las licencias no tuvo más remedio que buscar otro confesor. Convencido de la hostilidad con que le miraban D. Narciso, D. Melchor y D. Joaquín, no quiso desahogar con ninguno de ellos su conciencia, aunque bien sabía que en el tribunal de la penitencia nada tienen que hacer las simpatías o las antipatías. Fue a dar con un joven capellán, más joven aún que él, recién llegado del seminario. Era hijo de un carpintero de la villa, tan tímido y encogido que apenas sabía saludar, feliz de verse elevado sobre su antigua condición, tributando un respeto sin límites a todas las grandezas del cielo y a todas las pequeñeces de la tierra.
Mientras mejor dotado de brillantes cualidades entendía Rafaela que estaba un sujeto, y mientras mayores simpatías le inspiraba, mayor y más vehemente era en ella el deseo de corregir sus faltas, haciendo de él un dechado de perfección, hasta donde la perfección es dable a nuestra decaída humana naturaleza.
Una dama angelical, conocidísima en los altos círculos por su ingenio, su elegancia y su belleza, habíale arrancado, en un banquete, una confesión explícita, aunque no pública, de sus nuevas simpatías dinásticas... Un ramo de violetas había sido la ocasión, y un ángel fue el instrumento. ¡Feliz el atleta que entra en la nueva senda bajo tan poéticos auspicios!...
Millán calló por deferencia a su amigo, y don José porque se arrepintió de haber dicho tales cosas, dando margen al enojo de Tirso: Pepe, más fogoso, se encaró con éste y, aunque hablando moderadamente, le repuso: Es natural que tengas simpatías por los partidos reaccionarios; son los que os protegen; pero, ¿negarás que nosotros no podemos mirar bien a la Iglesia?
Como era de esperar, la prontitud y el despejo de Melisa, cautivaron al mayor número y provocaron el unánime aplauso. La historia de Melisa había inconscientemente despertado las más vivas simpatías de una clase de individuos, cuyas formas atléticas se apoyaban contra las paredes y cuyas bellas y barbudas caras atisbaban con inusitada atención.
Y eso que siempre ha tenido los mayores deseos de tratarle personalmente, por las simpatías ardientes que su carácter, sus prendas y sobre todo sus escritos me merecían. De ahí, pues, que estuviera obligado a hablar de este libro. Digo esto para demostrar que la demora en hacerlo ha sido del todo ajena a mis deseos.
Palabra del Dia
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