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Actualizado: 21 de octubre de 2025
También él había figurado por unos días como «el torero del porvenir», y la afición sevillana, puestos los ojos en su persona, esperaba que eclipsase a los matadores de otras tierras. Pero esto duró poco. Al volver de su viaje con el prestigio de nebulosas y lejanas hazañas, se agolpó la muchedumbre en la Plaza de Toros de Sevilla para verle matar. Miles de personas se quedaron sin entrada.
El día 4 de Julio fué á la Catedral sevillana la monja alférez, donde oyó misa, y cuenta un testigo que, á su entrada y salida del templo, la rodeó la gente curiosa, que la siguió por las calles hasta su posada.
Nada, nada, ya verá uté cómo eso se arregla y le casamos en seguidita. ¡Vaya con don Ceferino, llegar a Sevilla enamorado ya de una sevillana! Ya ve usted... y siendo yo gallego. ¿Cómo gallego? exclamó cambiando repentinamente de expresión, en el colmo del estupor. ¿Pues no me había dicho hace un momento que era poeta? Bueno, soy poeta y gallego a la vez.
Leto soltó una risotada; y enseguida dijo a Nieves: Gracias por el favor que usted me hacía. Hombre replicó la sevillana , sería un gusto como otro cualquiera: para mí todos son respetables.
Hombre... no es usted sólo el chiflado me atajó de repente, ruborizándose un poco. Si a usted le ha vuelto el juicio una sevillana, a mi me tiene muerto una sanluqueña. Me sorprendió la emoción que advertí en él, porque no estaba ya en la edad en que el amor impresiona tan vivamente.
D. Diego de Ulloa, canónigo de la catedral sevillana á fines del siglo XVI, era sobrino del cardenal arzobispo D. Rodrigo de Castro, motivo por el cual, el hombre gozaba de gran influencia y vara alta, lo que, unido á su carácter, un tantico orgulloso y con sus puntos de altanería, hacíanle hombre de trato difícil y poco agradable.
Conque aténgase usted a eso, y a nada más que eso... ¿Estamos? ¡Carape, cómo electrizaban a Leto aquellas monaditas de la sevillana! De pronto la dijo: ¿Ve usted aquel rizadillo gris que tiene la mar allá lejos y viene avanzando hacia nosotros? Pues es el polvo que levanta la brisa en el camino que trae... ¡A qué paso viene!
Majeza y hermosura que nada tenían de ordinario, vulgar y provocativo, cierta gracia andaluza, sevillana, que robaba las miradas y cautivaba el corazón.
Al llegar a casa volvió el tío Manolo a ayudarla a saltar del coche y ofrecerla caballerosamente su brazo para subir la escalera. El brigadier y su hijo marchaban detrás. Aquella hermosa señora que estusiasmó a Miguel, era hija de una familia sevillana, tan necesitada de bienes de fortuna como rica en timbres y blasones.
Con harta razón se ha escrito que el famoso pintor Luís de Vargas regeneró la escuela sevillana, pues su obra fué de las que más influyeron en el siglo XVI en sus contemporáneos, gloria que con él compartieron Flores y el célebre maese Pedro de Campaña.
Palabra del Dia
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