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Actualizado: 25 de junio de 2025


Esta mujer acabó ya para nosotros. Dentro de los límites señalados a estas historias, no cabe ya el resto de su vida llena de accidentes, y que no tomarán por modelo los cenobitas ni los que se propongan ser santos o algo que a santos se parezca. Sólo diremos, que vivió muchos años y que a los sesenta todavía era guapa.

Se fue a una joyería y compró una sortija con tres brillantitos en forma de trébol: total sesenta duros. La hermosa chula también aceptó este regalo con un gozo que le hizo prorrumpir en exclamaciones. Aquella tarde estuvo amabilísima y jovial como nunca. Mas he aquí que a la tarde siguiente la decoración había cambiado por completo.

Acababa de concluir la carrera de Filosofía y Letras en Madrid y tenía ya escrito y publicado un volumen sobre los Orígenes de la vida; otro, que comprendía sólo la parte general, sobre el Libre albedrío, y un folleto de sesenta páginas titulado ¿Adónde vamos? en el cual se esclarecían de todo en todo las más famosas teorías y sistemas que han nacido para defender la inmortalidad del alma.

»Crea usted lo que le plazca; pero prepárese, porque no le queda más que media hora de vida. »¿Te burlas de ? »De ningún modo. Calcule usted mismo: treinta y cinco años que ha vivido realmente y veinticinco que ha disipado, suman sesenta. »Y al decir esto se disponía a salir de la estancia.

Sus productos anuales ascendian á la suma de sesenta mil pesos poco mas ó ménos; y en el pueblo de San-Pedro, mision la mas central y capital de aquel vasto territorio, se veia una magnífica iglesia, rica de esculturas y resplandeciente de ornamentos de plata y de piedras preciosas, de que se hallaban cubiertas las imágenes de los santos.

Yo esperaba que seguiríamos hablando la lengua española cincuenta o sesenta millones de seres humanos; gran porvenir para nuestra literatura, por poco que dichos seres escriban y lean. Pero lo repito; el gozo en un pozo. Pocos días ha, recibí un librito impreso en Chartres, que contiene un poema titulado Nastasio, obra del vate argentino D. Francisco Soto y Calvo. El poema es muy original.

Y añade en tono de broma: ¿Quiere usted que, dentro de diez años, al vernos todavía novios, nos abrumen a chistes nuestros amigos? ¡Diez años, Luciana!... es imposible... ¿Por qué es imposible? El viejo Marignol, como usted le llama, tiene sesenta y ocho años; nada le impide llegar a setenta y ocho como muchos de sus colegas, e interceptarnos todo ese tiempo el camino de la iglesia.

Pian pianino llegaron los sesenta años, trayendo en pos la comitiva ordinaria de reumatismos y catarros, con todas las trazas de convertirse en crónicos. Mi tía y todos los amigos le aconsejaban que se retirase y se casase para vivir tranquilo. Fijad las mientes, doctor, en el remedio: ¡casarse para vivir tranquilo! Ya ve usted que mi tía se siente inclinada a la homeopatía.

El vapor se varó en frente de San-Pablo, porque el verano había disminuido mucho el caudal de las aguas, y allí tuvo nuestro amable Irlandés la ocasión de poner aprueba sus sesenta años.

Yo me persuado que la venida de los Judíos a esta Isla, fue como sesenta y cinco años, anterior y en la primera destrucción de Jerusalén e imperando Vespasiano y Tito, que sucedió el año setenta y dos del Nacimiento de Cristo y treinta y ocho después, que con lágrimas se la profetizó. Luc. 19. coangustabunt te undique, & ad terram posternente, & filios tuos qui in te sunt.

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