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Actualizado: 29 de junio de 2025


De la provincia y de Madrid llegaban forasteros para la corrida de toros del día siguiente. Mariano el campanero invitó a los amigos a oír la serenata en la galería grecorromana de la fachada principal. A la hora en que se apagaban las luces en las Claverías y don Antolín cerraba la puerta de la calle, Gabriel y sus amigos deslizábanse cautelosamente hasta la habitación del campanero.

Enemigo do asonadas tumultuosas, había tomado sus medidas para impedir la procesión. Una parte del pueblo se agolpó junto á su casa en la noche del 17, atronando toda la calle con espantosa cencerrada. ¡Serenata á Morillo! dijo Calleja saliendo de la Fontana y reuniendo toda la gente dispuesta para el caso que por allí pasaba. No sabemos por donde vino; pero allí estaba Tres Pesetas.

Tenía miedo a aquellos ojos iracundos, en los que podría leer seguramente el relato de cuanto había hecho por la tarde; pero al mismo tiempo abrigaba el propósito de desobedecer a su madre, oponiendo a su energía una resistencia glacial. Apenas terminó la serenata, se metió en su cuarto, huyendo de toda explicación con doña Bernarda.

Luego entonaba graciosa serenata, compuesta de lágrimas de cocodrilo y arrullos de paloma. Pero la marquesa no ponía atención y seguía rebuscando. «¿Qué será estopensó al tomar un paquetito atado con cinta de color de rosa. Desdobló el paquete y vio un collar de perlitas, con un papel que decía: «Para mi hija. Le suplico que sea buena y rece por ». La marquesa lloraba de nuevo.

El mal éxito de su tentativa no lo aparta de persistir en su empeño. Sus diversos proyectos de llegar hasta Isabel, y la serenata que la da, inspiran á Crespo y á su hijo la más viva inquietud, llegando tan lejos la osadía del capitán, que surgen altercados formales entre los campesinos y los soldados, formando partido los unos por Crespo y los otros por Alvaro.

La cárcel, hecha en pequeño bajo el modelo de la de Bilibid, de Manila; la iglesia, convento, y Casa Real, son los únicos edificios notables que tiene Santa Cruz. Por la noche después de la cena, nos obsequió el bondadoso Alcalde D. Antonio del Rosario con una serenata que oímos desde los balcones de la Casa Real. Á las once, habiendo dejado todo dispuesto para seguir mi viaje, me acosté.

A la señora María, la Rinchona, mira , porque dijo que les quería dar la mano, la abrazaron a vista de todo Dios... luego los había acompañado al Círculo Rojo, y oído la serenata, y el discurso que echó uno de ellos... ¡un viejo que parece un santo!, y otro... un señor serio, de mal color.... ¿Y qué tal, predican bien? ¡Dicen cosas... que se le hace a uno agua la boca de oírlas!

En la segunda jornada aparece Imeneo acompañado de cantores, y comienza la serenata; la bella sale al balcón, y los dos amantes entablan un diálogo apasionado y tierno, que concluye con una cita para la noche siguiente.

.................................................. Ya arribaron todas, todas, con sus pórticos y flámulas y sus globos de escarlata: ya arribaron las pagodas... Las pagodas han tocado la marmórea escalinata del palacio del Gran Hombre de mortífera sonrisa, y cuyo nombre lo repiten la corriente de las aguas y los vientos en sus odas y en los flébiles arpegios de su eterna serenata.

El drama comienza entonces: vemos al Duque disfrazado que pasea de noche las calles y galantea á las beldades de su corte en sus ventanas; una dama, á quien da una serenata, le reconviene diciéndole que tales galanteos son censurables atendiendo á sus proyectos de matrimonio.

Palabra del Dia

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