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Actualizado: 5 de septiembre de 2025


Por último: el Convento de San Esteban ó de Santo Domingo encierra, entre otros grandes recuerdos, la sepultura del eminente Padre Soto, que tanto lució en el Concilio de Trento.

En los otros viajes, cuando había que echar al agua un muerto, el comandante o el primer oficial suplía la falta de sacerdote. Recitaba una plegaria en alemán, con la gorra en la mano, ante el pesado féretro, y después la orden de costumbre «Désele cristiana sepultura.» Y el cajón caía al mar. Pero en este viaje podían disponer de un clérigo, y el muerto era católico.

Y volví los ojos al sendero de la montaña, y le vi trepar entre los pedruscos y los escajos bravíos de una sierra calva; y distinguí detrás de ella, la loma de otra sierra más alta, y por encima de ésta, otra y sobre su cumbre la de un monte que las asombraba a todas; y así sucesivamente, hasta perderse las últimas desvanecidas en un ambiente brumoso y tétrico que no me dejaba percibir con claridad los dos peldaños de aquella escalera disforme, entre los cuales se escondía la sepultura en que, por un mal entendido sentimiento filantrópico, había resuelto yo enterrarme vivo.

Según refiere Garibay , cuando la virreina doña María do Toledo fué por última vez á la isla Española el año 1544, llevó consigo los huesos de su suegro y marido, dándoles sepultura en la capilla mayor de la iglesia catedral de Santo Domingo. Allí reposaron hasta que por el tratado de paz de Basilea, dejó la isla de ser española.

En 1570, doce años después de la muerte del Emperador, fué á visitar su sepultura el rey D. Felipe II, al paso que se dirigía á Córdoba con motivo de la rebelión de los moriscos de Granada. Ya veremos nosotros todas estas habitaciones, que existen todavía.

Pensé muchas veces irme de aquel mezquino amo, mas por dos cosas lo dejaba: la primera, por no me atrever a mis piernas, por temer de la flaqueza que de pura hambre me venía; y la otra, consideraba y decia: "Yo he tenido dos amos: el primero traíame muerto de hambre y, dejándole, topé con estotro, que me tiene ya con ella en la sepultura.

¿Qué le dolerá más, sentir las espadas clavadas en el corazón o el arrancárselas? ¡Son siete, y no cabe mentir!... ¡Son siete, como las espadas de la Virgen!... Siete de espadas, te jugaré, Farruquiño, y también el as, la espadona de San Miguel... Todo lo guardas en la sepultura... Es mejor que el arca de Andreíña. DON FARRUQUI

5 Las aguas me rodearon hasta el alma, El abismo me rodeó; El junco se enguedejó a mi cabeza. 6 Descendí a las raíces de los montes; La tierra [echó] sus cerraduras sobre para siempre; Mas sacaste mi vida de la sepultura, oh SE

Cuando llegó el momento de dar sepultura al valiente soldado, víctima de una dolencia nacida de sus propias melancolías y de su irritable carácter, no se encontraron hombres que cargaran aquel desfigurado y un tiempo hermoso cuerpo. Todos los hombres de Elizondo estaban en la facción.

14 para que no se eleven en su altura todos los árboles de las aguas, ni levanten su cumbre entre las espesuras, ni en sus ramas se paren en su altura todos los que beben aguas; porque todos serán entregados a muerte, a la tierra baja, en medio de los hijos de los hombres, con los que descienden a la sepultura.

Palabra del Dia

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