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Actualizado: 22 de octubre de 2025
La querida de Salabert se acercó a ellos sonriente, saludándoles con efusión, particularmente a Pepe Castro. Este le apretó la mano sin perder de su gravedad ni separar la boquilla de los dientes, lo mismo que a un camarada a quien se acaba de ver en el café. ¿Adónde vais, granujas? Pues a casa de Calderón a pasar un rato. Venid conmigo. Voy a comprar un joyero.
El Duque, cada vez más inquieto, le dijo: Serénese usted, señora. Soy un verdadero amigo de usted y de Belinchón. Cualquiera que sea el disgusto que usted tenga, yo lo comparto como si fuese mío también, y estoy dispuesto a hacer todo lo que esté de mi parte para calmarlo. Muchas gracias... muchas gracias murmuró la señora sin separar el pañuelo de los ojos.
Aunque lo que he escrito en estos dos capítulos últimos, ha sucedido en muchos años y en este tiempo se han convertido á la fe y ganado para el cielo muchos centenares de infieles, todavía, por no confundir los sucesos y Misiones de las Reducciones, los quise separar con ánimo de referir ahora y dar noticia del fervor y mérito de los neófitos de las otras tierras, dignándose Dios Nuestro Señor de premiar sus sudores con abundante cosecha de infieles para animarlos á trabajar con mayor aliento y fervor en servicio de la iglesia.
Vámonos, vámonos; estás libre; he traído la orden yo misma, y nadie puede impedirte que salgas; nadie, como no sea Dios, me volverá á separar de ti. ¿Quién te ha dado esa orden, Clara mía? dijo don Juan acordándose á pesar de todo de la pobre Dorotea. ¡La reina! contestó doña Clara ; no sé por qué medio: anoche yo me arrojé en balde á los pies de su majestad: en balde la reina suplicó al rey.
Este análisis nos conduce á un resultado importante, el separar del sentido comun todo aquello en que el espíritu ejerce su actividad, y el fijar uno de los caractéres de este criterio, cual es, el que con respecto á él, no hace mas el entendimiento que someterse á una ley que siente, á una necesidad instintiva que no puede declinar.
Sin moveros de donde estáis, en veinticuatro horas habéis dado la vuelta completa al globo. Sin separar los pies del suelo corremos todos cuatrocientas leguas cada hora, velocidad que no alcanzan los trenes más rápidos. ¿Os asombráis? Pues aún corremos más sin saberlo.
Al separar mis manos crispadas de los hierros, sentí la presión de las suyas y oí una comprimida carcajada que me dejó confuso. ¡Eso! ¡eso! ¡Así me gusta usted, hombre! Ya iba empalagada de tanto dulce. ¿Qué quiere decir esto, Gloria? Quiere decir que no sea usted tan melosito, porque el jarabe cansa y el incienso marea.
Soltó un taco madrugador y cogió el guante con dos dedos, levantándolo hasta los ojos. ¿Quién diablos ha andado aquí? preguntó a las auras matutinas. Guardó el guante en un bolsillo, recogió las semillas que no había llevado el viento, y con gran cuidado volvió a escoger y separar los granos. Se trataba de una singularísima especie de pensamientos monocromos, invención suya.
Quiteria era de Basilio, y Basilio de Quiteria, por justa y favorable disposición de los cielos. Camacho es rico, y podrá comprar su gusto cuando, donde y como quisiere. Basilio no tiene más desta oveja, y no se la ha de quitar alguno, por poderoso que sea; que a los dos que Dios junta no podrá separar el hombre; y el que lo intentare, primero ha de pasar por la punta desta lanza.
Palabra del Dia
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