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Actualizado: 10 de junio de 2025
Y el buen hombre veía los hermosos ojos de su hija llenos de terror; sentía los brazos de Luisa que le rodeaban el cuello. Al pasar frente a la granja de «El Encinar» entró para decir a Catalina Lefèvre que todo marchaba bien y que los campesinos sólo esperaban la señal. Un cuarto de hora después, el señor Juan Claudio desembocaba por el sendero de los acebos frente a su casita.
Despues de atravesar risueñas campiñas regularmente cultivadas, descendimos del coche para bajar á pié por un sendero montuoso, entre bosques de avellanos y hayas, hasta la cima de un enorme peñasco de caliza estratificada, abrupto y severo, que domina la márgen derecha del Sarina. Es en el seno de ese peñasco que se encuentra la gruta.
Hay santuario de estos que está en la cumbre de una elevadísima sierra, y con todo, no faltan aún mujeres delicadas que suben allí con los pies descalzos, hiriéndoselos con abrojos, espinas y piedras, por el pendiente y mal trazado sendero. La vida de aquí tiene cierto encanto. Para quien no sueña con la gloria, para quien nada ambiciona, comprendo que sea muy descansada y dulce vida.
Nolo permaneció un instante fuera. Luego, en vez de tomar el camino de la Braña, se salió de la aldea á toda prisa por el extremo opuesto. Buscó el sendero del monte y se emboscó por los castañares que en aquella hora estaban lóbregos y medrosos. El mozo los atravesaba con paso vivo y resuelto, más emboscado aún en sus propios pensamientos y recelos.
Córdoba se alza en la unión del antiguo camino que conducía de Buenos Aires, por el paso más fácil de los Andes, a la excelente bahía de Caldera en Chile, y del sendero que se dirigía al sur de las altiplanicies de Bolivia. Su clima es famoso por lo salubre y delicioso.
Aún caminaron otra buena hora, pero fuera de sendero, por campos de tierra movediza con ocultos pedruscos, en los que tropezaban. Isidro, al atravesar una viña, chocó con un ceporro, hiriéndose una pierna. Pero ¿dónde estaban aquellos bosques de El Pardo, que parecían correr hundiéndose en la sombra?... ¡Animo! decía el Mosco en voz queda . Ya estamos cerca; ya veo las tapias.
Los muertos se quedan inmóviles al borde de la vida, espiando a las nuevas generaciones, haciéndolas sentir la autoridad del pasado con un rudo tirón en su alma cada vez que intentan apartarse del sendero marcado por la rutina. ¡Qué tiranía la suya! ¡Qué poder sin límites!
Ahora, la que más y la que menos huele a perros.» Volvió a oirse la risa alegre y chillona de la muchacha. Celebraron los demás circunstantes las granujerías de Fernando el de Amezqueta y fueron a acostarse. A la mañana siguiente, Martín y Bautista dejaron a Amezqueta y por un sendero llegaron a Ataun, lugar en donde Dorronsoro, el jefe civil carlista, había sido escribano.
En aquella avanzada estación, la partida pronto salió de las regiones húmedas y templadas de las colinas, al aire seco, frío y vigoroso de las sierras. El sendero era estrecho y dificultoso; hacia el mediodía, la Duquesa, dejándose caer de la silla de su caballo al suelo, manifestó su resolución de no continuar más allá. El paraje era singularmente imponente y salvaje.
Nacho crecería, Nacho tendría que estudiar, Nacho sería mozo, Nacho sería un hombre; y ¡ay de él! si mientras recorría este sendero largo y escabroso, no se cuidaba nadie de educarle como era debido para que el espíritu no se corrompiera dentro de un cuerpo mal oxigenado. «No tiene escape, Lucrecia.
Palabra del Dia
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