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Actualizado: 20 de junio de 2025


El más curtido y experimentado en amor de todos los mozalbetes que viven en París, no podría describir con mayor exactitud que el divino Homero los medios de seducción de que se vale una mujer para engañar, enloquecer y adormecer a su marido o a su amante.

Con todo lo expuesto me parece que dejo demostrado que la escena de seducción entre la Duquesa e Ignacio, lejos de ser pecaminosa es ejemplar y edificante. Y dejo demostrado también que no se sigue de que haya hoy duquesas tan seductoras que haya mayor corrupción en una clase de la sociedad que otras, ni en la época presente que en las pasadas.

Si supieras la gracia de aquel talle de divina y esbelta elegancia, el atractivo de aquellos labios húmedos y rojos y la potencia de aquellos ojos, tan pronto chispeantes de luz como tenebrosos y obscuros, bajo el misterio de las largas pestañas... ¡Qué seducción hasta en sus caprichos, pues los tiene!

Se habla de todo alegremente: los bruseleses hacen sus comentos locales; los viajeros se narran mutuamente sus aventuras y excursiones recientes; los artistas, los políticos y los literatos departen sobre los ramos que cultivan; las mujeres conversan sobre modas, flores y otras bagatelas agradables; la música completa la seduccion del interesante espectáculo; y el viajero se aleja luego de Brusélas llevando las mas gratas impresiones de esa capital hospitalaria, elegante, animada, liberal y progresista.

Si en algunos casos reconocía el Conde que la seducción había sido mutua, en los más, con notable consolación de su ánimo y con no corto menoscabo de su vanidad, el Conde no veía en su propia persona sino a la que padece, esto es, a la verdaderamente seducida. Ni una sola de sus conquistas había tenido hasta entonces asomos de carácter trágico.

La otra era Venus dolorosa. Hasta en sus momentos más desesperados se mantenía bella, y su dolor resultaba un nuevo medio de seducción. Era madre, pero seguía siendo mujer: la terrible mujer perturbadora odiada por el príncipe.... ¡Atención, Miguel! Con una sonrisa de superioridad respondió mudamente á estas reflexiones.

Ginebra tiene entónces tanta poesía y su lago tan arrobadora seduccion en sus reflejos múltiples, sus rumores vagos, su trasparencia deslumbradora y sus ondulaciones suavísimas, que uno se siente como encantado por un sueño y trasportado á regiones muy lejanas de los Alpes y el Jura.

Y desde que la riqueza confiere la posibilidad de alcanzar los honores y los privilegios, y la satisfacción de todos los gustos, los apetitos y las vanidades en boga, y aun la de comprar a la Iglesia la salvación eterna, y que ella pueda ser adquirida por medios ilícitos o perversos, con más o menos riesgos, hay un premio eventual para la depravación moral, una seducción permanente que en muchos países y en ciertas ocasiones suele hacerse irresistible para la mentira, el robo, el peculado, el fraude, el asesinato y la guerra.

Pepe sabía que la religión es, con respecto del incrédulo, lo que la seducción respecto a la mujer: el primer favor, la primera condescendencia, es prenda de vencimiento inevitable. Hasta dónde puede llegar el triunfo, nadie lo sabe; que así como la virtud, rendida por la pasión, pierde su albedrío, así el alma, avasallada por la fe, reniega de su propio criterio.

Tanto más, cuanto que esta vil seducción parecería inspirarse en una especulación abominable. ¿No se sospecharía que quiero adueñarme de la fábrica de cristales y convertirme en el sucesor de tu padre, solicitando la mano de tu hermana? ¡Eres intratable! Soy sensato. Tu hermana puede aspirar a todo. ¿Quién soy yo para ella?

Palabra del Dia

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