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Actualizado: 9 de junio de 2025


Nadie ignora que la masonería quedó triunfante en España al estallar la Revolución de 1868; pareció, sin embargo, con harta razón, a algunos caciques de la secta que no estaba aún maduro el pueblo de España para plantear la República, y resolvieron entronizar mientras tanto a un monarca constitucional que fuera entre sus manos un mero instrumento.

¡Ah!... ¿De esos que hablan con las patas de las mesas? ¡Alabado sea...! No, esos no. Pero estamos de enhorabuena: cualquiera que sea la secta o escuela que le sorbe el seso a tu marido, tenemos ya noventa y seis probabilidades contra cuatro de que te reciba con los brazos abiertos. lo has de ver. Fortunata dudaba que esto fuera así.

En su trato y relaciones, así con la gente seglar y profana como con la mayoría de sus hermanos los religiosos, el Padre Ambrosio de Utrera, si bien mostraba, sin vanidosa ostentación y cuando convenía, la ciencia teológica que con sus estudios había adquirido y que atesoraba su inteligencia, todavía guardaba, en lo más hondo y arcano de su mente, cierta filosofía oculta que la prudencia, y tal vez compromisos y deberes de secta, le prescribían no revelar por completo a nadie.

Y sin duda que al ver la suya en tiempo de los moros volvieron a su libertad y mala y fenecida ley, ya secta infame y caduca. Con más evidencia y claridad se convence la pertinacia de esta gente, con lo que sucedió más reciente.

¿Por qué no quiere entonces prestar juramento? Ella le miró y no respondió. ¿Acaso pertenece usted a alguna secta que prohíbe prestar juramento?... Dígalo francamente, sin temor. El tribunal tomará en consideración sus explicaciones. No. ¿Cómo que no? ¿No pertenece usted a ninguna secta? No.

Se le veía en nocturnas reuniones de esta secta, que es la antesala del Limbo, y llegó a adquirir esas convicciones tenaces que sólo se encuentran en los prosélitos de los sistemas más absurdos.

El veía a España acechada por innumerables enemigos. Dado que no era posible vencerla en guerra franca y varonil, buscábase ahora minar aquella unidad religiosa que la hacía invulnerable introduciendo en su seno la disputa, la secta, el desorden. Herirla en su fe era enfermarle el vigor. La herejía era más temible que todos los ejércitos.

El espíritu de secta, la anarquía religiosa, si bien se ejerce fuera de los límites del gobierno, no produce menos serias perturbaciones sociales. En una palabra, si yo buscara en el mundo un ideal político, correría aún tras él. Cincuenta millones de hombres en el afán de la producción, son una masa tan imponente, que puede ser batida sin peligro por los vicios de una organización incorrecta.

Menudearon desde entonces las confesiones, y arreció la cólera de los perseguidores. Determinó el rey árabe, oido su consejo, que tuviese cualquiera musulman facultad para quitar la vida al que hablase mal de su profeta y secta.

Y quien más la propagó e ilustró luego fue el admirable poeta y filósofo Chelaledín Rumí, autor del poema Mesnewi. Así se fundó una secta herética muy dada al sibaritismo y una a modo de orden religiosa de derviches, inclinadísimos a todo linaje de diversiones, músicas y danzas.

Palabra del Dia

consolándole

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