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Actualizado: 23 de noviembre de 2025


Hase dicho, sin embargo, que no hay hombre grande para su ayuda de cámara, y no se libraba el gran Robinsón de esta ley general de las ilustres celebridades. Consistía, pues, una de sus secretas flaquezas en teñirse cuidadosamente la barba, blanca ya por completo, para ponerla al nivel de su todavía abundante cabellera, que se conservaba negra como las alas del cuervo.

Penetra, en virtud de la observación más perspicaz, en lo más íntimo del alma de sus personajes, para descubrir en ella la causa de sus debilidades y de sus virtudes; las espía, por decirlo así, en las variaciones más secretas de la vida de su espíritu, y presenta al espectador, con tanto esmero como prolijidad, sus observaciones psicológicas.

Debe usted ciertas compensaciones á las que han sufrido por su causa. En fin, si una mujer, conmovida por sus desgracias, interesada por su rehabilitación y sinceramente enamorada de usted, se ofreciera á cuidar las heridas secretas de su corazón, á curarlas y á cifrar su dicha en hacer de usted el hombre que debe ser, ¿rechazaría usted esa ternura?

; , señor; de conspiraciones se trata; pero de conspiraciones que ya no deben daros cuidado, porque ya pasaron. ¿Conspiraciones vuestras? Por recobrar vuestra dignidad y la mía. Pues lo de siempre. ¿Y quién os ayudaba á conspirar? porque nadie conspira solo. Don Rodrigo Calderón. ¡Ah! ¡ah! Se me mostró leal... cuando era traidor; le concedí algunas audiencias secretas.

Conozco cosas que el gobierno de las mujeres necesita mantener secretas y que representan un peligro de muerte para aquel que las aprende. Calló Ra-Ra, como si le turbasen los pavorosos recuerdos de su vida de perseguido; pero el gigante tenía los ojos fijos en él, animándole á que continuase su historia. Con usted, gentleman, me atrevo á hablar de lo que no hablaría con ninguno de mi especie.

Permanecí bastante tiempo, prosiguió Jacobo, sin sospechar las razones secretas que aquellas dos mujeres tenían para no separarse. No se mostraban en público, pero yo encontraba continuamente á Juana en casa de Lea y cuando ésta salía sin , iba siempre á casa de su amiga. Para ello empezaron á trabajar formalmente.

Aquellos chicos, como seguía llamándolos Ripamilán, también expedicionario a pesar de los años, aquellos chicos que tenían en la quinta de Vegallana los mejores recuerdos de sus juegos alegres, se despedían con pesar de aquel rincón de sus primaveras y sus otoños. Querían saborear hasta la última gota de alegría loca en la libertad del campo, en las confidencias secretas y picantes del bosque.

Mientras la escuchaba, sufriendo secretas agonías, la fisonomía de Jacobo había ido tomando una expresión dulce y seria. dijo al fin, lentamente y la voz algo alterada mirándola con una ternura infinita , , debe haber un Dios y una vida mejor... y almas inmortales, puesto que hay un ser como usted... ¿Pero, qué tiene? ¡Gran Dios! exclamó de pronto.

Esta noche parto para Italia, con el objeto de hacer averiguaciones secretas sobre este individuo que ha sido nombrado su secretario. ¡Ah! suspiró. ¿Qué motivo podrá haber tenido mi padre para poner mis asuntos en manos de un extranjero? ¿Quién será este hombre? Probablemente, debe ser algún antiguo amigo de su papá le indiqué. No contestó. Yo conozco a todos sus amigos.

Allá, en las intimidades secretas de su casa, cuando no había de trascender al público, escatimaba, regateaba, sustraía de una cuenta cualquier cantidad por insignificante que fuese; no tenía inconveniente en mentir descaradamente para escamotear a un comerciante algunas pesetas.

Palabra del Dia

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