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Actualizado: 3 de junio de 2025


Al decir esto, la miraba con extraña y terrible fijeza, apretando con mano crispada una rama de la planta que tenía a su lado. Ventura recibió aquella mirada sin pestañear, con sorpresa más que con susto. Vaciló un instante, moviendo un poco los labios para contestar. Por último soltó una gran carcajada. ¡Ave María, qué barbaridad! Seamos serios, Ventura replicó el joven.

¡Cáspita!, de la epidermis ajena a la propia.... Con todo, no seamos escépticos, hombre. Allí tiene usted a aquel otro... al del bigote negro... el que está a la izquierda del Patriarca.

¿Y quieres escribirme de cuando en cuando para decirme cómo está, si se siente bien, si sigue animosa? ¿Quieres? Te escribiré volví a contestar. Entonces, ven, dame un beso, y seamos buenos amigos en lo sucesivo y para siempre. Y me besó en los labios... Cinco minutos después estábamos a caballo, y trotábamos rápidamente hacia la casa, pues ya comenzaba a obscurecer.

Y si no, seamos francas... ¿Crees que es tan fácil que en Madrid te salte un buen novio? Déjalo..., que no me salte. Si yo no estoy impaciente por tener novio. Pues ¿qué quieres tener? ¿Qué diablos han de tener las muchachas? Nada, mujer, nada... No, señorita; es menester que salte un buen novio y casarse.

Y entonces ¿por qué no me disteis la mano al entrar? Es que según la etiqueta la iniciativa os correspondía, señorita. ¡Ah! ¿la etiqueta? Sin embargo, en el Zarzal, no os acordabais de ella. Estábamos en condiciones especiales, y bien lejos de la sociedad, por cierto, respondió sonriendo. ¿A caso la sociedad prohíbe que seamos amables?

Al fin la cuarta se quedó. ¡Y qué lindamente comenzó a chupar el ángel mío! Me costaba trabajo no saltar de alegría... ¡como me cuesta ahora!... Pero seamos graves... seamos graves y cargantes como el señor conde... Dime, fastidioso, ¿cómo te has arreglado para traerla? Cuéntame. ¡Qué cara tenías ayer noche al abrir la puerta del salón! La cosa no era para menos.

Me estrecharé cuanto pueda y dormirás tranquila... No, ahora no puede ser... Mañana. ¿Por qué no? ¿No quieres ser mi mujercita? ¿No quieres que seamos felices otra vez, como en aquellos primeros meses de nuestro matrimonio?

El primer impulso de Rosalía fue de odio y despecho... ¡Atreverse a invitar a una familia honrada...! «Eso es para darse lustre alternando con nosotros... Eso es para poder pasar por personas decentes, presentándose en nuestra compañía... En una palabra, quieren que seamos el pabellón honrado que cubra la mercancía de contrabando... ¿No te da ira? Porque esto es una injuria».

Disculpemos, pues, o al menos seamos indulgentes con nuestro don Braulio, cuyo orgullo se quedaba escondido en el centro del alma, revelándose sólo al más íntimo de sus amigos en el momento en que se mostraban también las heridas más profundas de su corazón.

Podrá ser que en la práctica seamos más torpes, lo hagamos mal y resulten inconvenientes; pero al fin y al cabo aprenderemos a telefonear. Yo creo que ya hemos aprendido, y que en España telefoneamos tan bien como en cualquiera otro país del mundo.

Palabra del Dia

rigoleto

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