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Actualizado: 16 de junio de 2025


En El buen paño..... apenas hay acción: no hay nada de drama; pero hay mucho, y a mi ver excelente y precioso, ora de idilio sin afectación sentimental, ora de comedia, o ligera y suave sátira sin acritud ni amargura. Los afectos amorosos no se exageran por lo ardientes para que quemen, ni por lo dulces para que empalaguen.

Mi alma, que el duelo despreciarlo sabe, no teme de la sátira las balas. ¡Bajo lluvia de plomo se irgue el ave porque cree en la fuerza de sus alas! ¡Héroe preclaro de la patria mía... resurge del abismo del olvido...! Ya te llama el clarín del nuevo día, pregonando tu nombre esclarecido...

Hubo, no obstante, algún poeta satírico y avinagrado, que se vengó en la Stolz de la insolencia del crítico francés, y todavía conservo yo en la memoria algo de una graciosísima sátira que le compuso, donde después de afirmar que la artista era un desecho del viejo mundo y ella también vieja, justifica irónicamente los aplausos que le han dado con razones y comparaciones como las contenidas en los siguientes versos: Um velho poema de capa extragada Nao perde por isso o interno valor, E a veces de baixo da pranta pisada Descóbrense ainda vestigios da flor.

¡Eh! ¡quieto, Mustafá! le dijo, dejándome oír una voz infantil y fresca, al par que armoniosa y grave: ¿no ves que es un caballero? El perro retrocedió, y yo me acerqué más. La muchacha me miró de nuevo. Hay miradas que son una historia. Hay miradas que son un poema. Hay miradas que son una sátira. Hay miradas que dilatan el alma. Hay las por el contrario que la comprimen.

Por esta razon han de considerar los que escriben sátiras, que para ser buenas han de hacer impresion en el entendimiento, y no han de herir al corazon, porque como el satirizado tiene tambien amor propio, se moverá á abatir en el modo que pueda al Autor de la sátira, y estas luchas pocas veces se hermanan bien con la humanidad.

El lenguaje es muy escabroso en todas las clases de la sociedad. Demasiado vehemente y libre, reemplaza las delicadezas de la sátira ó del estilo persuasivo con la elocuencia brutal de las interjecciones obscenas. Ademas, los Españoles adolecen de ciertos defectos que neutralizan en gran parte sus bellas cualidades.

Otros escribían comedias de sátira contra las costumbres de la aristocracia, que eran las suyas: obras teatrales en las que colaboraba el modisto con el poeta, y no había gran toilette que no tuviese su amor con un frac, que jamás era el del esposo. «Hay que flagelar», gritaban con expresión terrible. Y Maltrana pensaba sonriendo: «Está bien. ¿Y a éstos quién los flagela?...»

Y si supiera quién era yo le hiciera una sátira con tales coplas que le pesara a él y a todos cuantos las vieran de verlas. ¡Miren qué bien le estaría a un hombre lampiño como yo la ermita! ¡O a un hombre vinajeroso y sacristando ser mozo de mulas! Ea, señor, que son grandes pesadumbres esas. -Ya le he dicho a V. Md. -repliqué- que son burlas, y que las oiga como tales.

Palabra del Dia

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