United States or Albania ? Vote for the TOP Country of the Week !


La vista de tierra despertó en Antonio el dolor y el espanto adormecidos. ¿Qué dirá mi mujer? ¿Qué dirá mi Rufina? gemía el infeliz. Y temblaba como todos los hombres enérgicos y audaces, que en el hogar son esclavos de la familia. Sobre el mar deslizábase como una caricia el ritmo de alegres valses. El viento de tierra saludaba a la barca con melodías vivas y alegres.

Ana iba distraída, porque no levantó la cabeza. Anita, Anita gritó Visitación. Entonces Mesía pudo ver el rostro de la Regenta, que sonreía y saludaba. Nunca la había visto tan hermosa.

Montó a caballo con agilidad, a pesar de las plásticas abundancias de su apetitosa belleza, y tomó la garrocha de manos de un criado. Saludaba a los amigos, excusando su tardanza, mientras sus ojos iban hacia Gallardo. El apoderado dio un espolazo a su yegua para acercarse y hacer la presentación, pero doña Sol, adelantándose a él, se aproximó al torero.

Gallardo, quitándose la montera, saludaba a los grupos que aplaudían su paso. Envuelto en su capote de lujo, se dejaba llevar como una divinidad, inmóvil y erguido sobre la corriente de sombreros cordobeses y gorras madrileñas, de la que salían aclamaciones de entusiasmo.

Empezó el desfile de neófitos. El escribano leía nombres, y avanzaban entre dos gendarmes los que debían recibir el bautizo, descalzos, sin más traje que las ropas interiores o un simple pijama. Eran pasajeros de primera clase que accedían a tomar parte en la ceremonia, y cuya presencia saludaba el público con gritos y aclamaciones.

Pero no, era ella misma, ella que le saludaba con una graciosa sonrisa mientras sus hermosos ojos parecían pedirle perdon y prometerle explicaciones. En efecto, habían convenido en que Isagani iría primero al teatro para ver si en el espectáculo no había nada inconveniente para una joven, y ahora la encontraba él, y nada menos que en compañía de su rival.

Ella inclinó la cabeza con una sonrisa insignificante: le saludaba como a cualquier otro pasajero. Sus ojos se fijaron en los suyos tranquilamente, sin el más leve asomo de turbación, cual si no existiesen entre ambos otras relaciones que las ordinarias en la vida común de a bordo.

Perales, el imitador de Calvo, saludaba con modesto ademán algo sorprendido de que se le aplaudiese en escena que no era de empeño. ¡Mire usted el pueblo! dijo un concejal de la otra bolsa, volviéndose a Foja, el ex-alcalde liberal. ¿Qué tiene el pueblo? ¡Que es un majadero! Aplaude la gran felonía de arrancar la careta a un enmascarado....

La anémica solía manifestar, al volver del paseo, el capricho de ir un rato a sentarse en los bancos del parque. Por lo regular, allí había gente, y alguno de los españoles de la colonia, conocidos de Perico o de Miranda, hacíase acaso el encontradizo, y las saludaba y dirigía algunas frases de ritual.

Leía con avidez el relato de las recepciones palaciegas, conocía la etiqueta tan bien como un gentilhombre de cámara, cómo se saludaba a los reyes, cómo se les besaba la mano, cuándo se había de hablar en su presencia, cómo había que retirarse. Sabía los nombres y la biografía de cada uno de los miembros de la real familia y también los de los nobles más caracterizados de la corte.