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Actualizado: 16 de julio de 2025


Aquel castillo lo había comprado el capitán por muy poco dinero, y no tenía intención de arreglarlo. Allí todo era viejo y arruinado: las paredes estaban carcomidas por debajo de las hiedras negruzcas; había una capilla vieja en el mayor abandono, unas salas viejas y desmanteladas, una biblioteca vieja llena de libros húmedos y tres o cuatro criados tan viejos y arruinados como toda la casa.

Demás de esto, todas estas cuadras y sala tienen unos frisos que les sirven de adorno, con un letrero de oro en campo azul, en que se hace memoria de los Reyes Católicos sus fundadores. Tiene tambien muchos aposentos y salas que aun perseveran desde el tiempo de los reyes moros, y en especial una sala baja que llaman la sala de los mármoles, que para el verano es fresquísima.

Además, era un coronel aunque nadie sabía de qué ejército , un «técnico», incapaz de expresarse caprichosamente. Y muchos se trasladaban sin perder tiempo á las salas de juego para repetir sus comentarios, como personas bien informadas. El príncipe se alejó, temiendo cortar con su presencia este triunfo profesional, que se repetía todas las tardes.

Los arrodillados compañeros le llamaban en vano, pugnando por entreabrir sus mandíbulas y obligarle á beber. Su boca repelía el líquido, para seguir repitiendo el doloroso rugido. Empezaron á llegar señoras de las salas de juego, atraídas por la noticia. Todas conocían á la duquesa; y la miraron con cierta hostilidad, después de contemplar al moribundo.

Y al fin, fin, de espada y capa Dará a las salas comedias, Y al teatro para el vulgo De divinas apariencias. Por ser muy raro el tomo II de las Comedias de poetas valencianos, y porque además suele faltar en algunos ejemplares la apología de la comedia española, que le precede en otros, la copio á continuación: "APOLOG

Sin comunicar el pensamiento con nadie, escribió a un amigo de París, el cual buscó en las salas de armas de esta ciudad algún auxiliar o prevot que quisiera expatriarse. Al cabo de algún tiempo se halló uno que, mediante la cantidad de dos mil francos anuales, y dejándole libertad para dar lecciones, consintió en venir a establecerse en la villa del Cantábrico.

, pues; porque según la hora será el rumbo que tome; si es de día la llevo al club, a la Bolsa, a la casa de gobierno o a cualquier sitio que tenga salas de espera y puertas de escape; si es de noche, al teatro y en el primer entreacto ¡zas! me le escabullo. Eso puede hacerse con las personas; pero no con los dolores morales. ¡Se hace lo mismo!

En torno del coronel, las gentes parecían afligirse un instante leyendo las malas noticias. Luego, los más, entraban en las salas de juego.

Todo lo que su figura tenía de plebeyo lo disimulaba el traje masculino; ni las gruesas muñecas, ni el recio pelo dañaban a su gentileza, que era de cierto notable y extraordinaria. La comparsa recorrió los talleres, bailando y cantando, recibiendo bromas de las señoras, y alegrando la oscuridad de las salas con la nota blanca y azul de sus trajes.

La capona no fué sino la chacona remozada, según se colige por estos versos de Salas Barbadillo en su Entremés del Prado en Madrid y Baile de la Capona: «D.ª JULIA. ¿Puede haber cosa buena si es capona? ROBLEDO. Sólo una que llaman la chacona. D.ª TOMASA. La chacona ¿no es baile muy antiguo? ROBLEDO. Remozóla un capón con gran donaire.

Palabra del Dia

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