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Actualizado: 8 de mayo de 2025
Como el sacristán o el coadjutor alterasen esta jurisprudencia en beneficio de alguna nueva, ya les había caído que hacer. Armábase tal tumulto, que en muchas ocasiones era forzoso acudir a la ronda o a la pareja de vigilancia.
Sin duda el sacristán había pasado la noche con sus convecinos bailando al fulgor de la hoguera; pues de otro modo, según pública fama, no hubiera sido capaz de tomar la delantera al sol para abandonar el lecho.
Y ¡cómo que ha cometido sacrilegio! dijo a esto el adolorido estudiante : que puesto que yo no soy sacerdote, sino sacristán de unas monjas, el dinero de la bolsa era del tercio de una capellanía, que me dio a cobrar un sacerdote amigo mío, y es dinero sagrado y bendito.
Duro con él; dijo el anciano sacristán con horrible sonrisa. Pero, ¿ha oído Vuestra Reverencia hablar del portento que se vió anoche? Se dice que apareció en el cielo una gran letra roja, la letra A, que hemos interpretado significa Ángel.
-Con su pan se lo coma dijo Rincón a este punto : no le arriendo la ganancia; día de juicio hay, donde todo saldrá en la colada, y entonces se verá quién fué Callejas, y el atrevido que se atrevió a tomar, hurtar y menoscabar el tercio de la capellanía. Y ¿cuánto renta cada año? Dígame, señor sacristán, por su vida.
Subiendo la escalera, la santa dijo a su sacristán: «Entre usted en su casa a esperar a Jacinta que vendrá en seguida. Adviértale que no quiero que suba. En cuanto pueda, bajaré yo. A Jacinta que no se mueva de aquí y me aguarde». Cuando la fundadora entró, la enferma continuaba en el mismo estado.
Sor Antonia entraba, imponía silencio y les daba prisa. Oíase el esquilón de la capilla. El sacristán se había asomado varias veces por la reja de la sacristía que da al vestíbulo diciendo sucesivamente: «Todavía no ha venido don León...» «ya está ahí D. León...» «ya se está vistiendo». Oíanse en la parte alta los pasos de toda la comunidad que iba hacia el templo a oír la primera misa.
Venía el catedrático de Patología, un señor que tenía más cara de sacristan que de médico. Nombrado por la poderosísima voluntad del Vice Rector sin exigirle más méritos ni más títulos que la adhesion incondicional á la corporacion, pasaba por ser un espía y un soplon á los ojos de los otros catedráticos de la Facultad.
Y riendo como un chicuelo travieso, le arrojaba a la cara los ramilletes. Pero ¡Isidro, hijo mío protestó Feli , que vas a despertar al señor Vicente!... Que se fastidie ese sacristán; que reviente el rapavelas. ¡Abajo el obscurantismo! ¡Viva el arte y la juventud!
Su rostro se contrajo con tristeza dolorosa, más que por la herida, por la amargura de un sacrificio sin gloria, por perder su sangre, no en la montaña frente á frente con el eterno enemigo, sino á la puerta de una iglesia, á manos tal vez de un sacristán, de uno de aquellos efebos católicos que, ocultos en las alturas, gritaban como mujeres aclamando á la religión y la Virgen.
Palabra del Dia
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