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Plinio había hablado de enormes arboledas del Septentrión que el mar socava, y como son de grandes raíces, flotan sobre las olas y de lejos parecen islas. Séneca había descrito la naturaleza de ciertas tierras de la India, que por ser de piedra liviana y esponjosa van sobrenadando en el Océano.

Y y último, se necesita muchísima habilidad y grande ingenio para que interesen y sean asunto principal de un libro los amores de dos personas harto secundarias, y que acaban por ser muy felices en medio de multitud de catástrofes que debieran interesarnos mucho más: muertes de San Pedro y de San Pablo, suplicios espantosos y variadísimos de cristianos a centenares y trágico fin también de Petronio, de Lucano, de Séneca, del propio Nerón y de otra multitud de sujetos de mucho fuste.

Los que usan de vanos adornos en los escritos, de lugares comunes, y sentencias vulgares, incurren en este defecto, porque dicen cosas que nadie ignora, y quitadas no harian falta. Así es suma necedad empezar un discurso diciendo: El tiempo es precioso, como dice Séneca; ó de este modo: La verdad es buena, como dice S. Agustin, porque estas sentencias son tan comunes, que todos las saben.

Para que el absurdo fuera completo, se convirtieron en leyes, falsas interpretaciones de la reglas aristotélicas, y arrastrados por su ciega admiración á cuanto provenía de la antigüedad, eligieron por modelos las obras clásicas peores, como, por ejemplo, las tragedias de Séneca.

Y como no se sabe que nadie haya ido con zapatos sin que los haya hecho algún zapatero, así el Lord como el maestro Raimundico inferían, con juiciosa dialéctica, que es más útil que Séneca, en toda sociedad humana, el más humilde de los zapateros.

Lo que es esas recopilaciones de sermones que todos juntos no equivalen á una página de Séneca, y todos esos librotes de teología, ya se presumen vms. que no los abro nunca, ni yo ni nadie. Reparó Martin en unos estantes cargados de libros ingleses. Bien creo, dixo, que un republicano se recrea con la mayor parte de estas obras con tanta libertad escritas.

Si nos fuera dado penetrar en el misterioso laboratorio de las almas y se reconstruyera la historia íntima de las del pasado para encontrar la fórmula de sus definitivos caracteres morales, sería un interesante objeto de estudio determinar la parte que corresponde, entre los factores de la refinada perversidad de Nerón, al germen del histrionismo monstruoso depositado en el alma de aquel cómico sangriento por la retórica afectada de Séneca.

Séneca había compuesto un elocuentísimo discurso contra la ira, lo cual de nada sirvió, ya que no se sabe de sujeto alguno que haya dejado de ponerse iracundo y de hacer mil barbaridades, convencido y corregido por los razonamientos de Séneca.

Y las concepciones cristianas que sustituyeron a las del paganismo, se encuentran hoy en la misma situación en que se encontraron éstas en los tiempos de Séneca, que la describió así: "La religión es considerada por el pueblo como verdadera, por los filósofos como falsa y por los gobernantes como útil". De ella había dicho ya Polibio: "Si fuera posible que un Estado sólo se compusiera de sabios, semejante institución sería inútil; pero como la multitud es naturalmente inconstante, llena de arranques desenfrenados y de cóleras locas, ha sido necesario apelar a esos terrores de lo desconocido y a todo ese aparato de ficciones aterradoras para dominarla".

La doctrina de los Libros Sagrados, así en asuntos Históricos, como en Morales, es la mas pura y perfecta. En lo Moral, quien haya leido á LAERCIO, SEXTO, EMPÍRICO, PLUTARCO, CICERON, SENECA, donde se hallan los sentimientos de los Filósofos antiguos, verá, no Moral arreglada en ellos, sino monstruosidades y errores enormísimos.