Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 6 de junio de 2025
Me incliné y Ruperto, saludando profundamente, ordenó a sus servidores que continuasen su camino. Súbito impulso me obligó a seguirle, y al oír él las pisadas de mi caballo se volvió en la silla rápidamente, como temeroso de que ni la presencia de la Princesa pudiera contenerme. La otra noche peleó usted como un valiente le dije en voz baja.
La verdad es que contemplaban con espanto a un hombre, plantado en medio del puente, espada en mano. Era Ruperto Henzar, en mangas de camisa, ensangrentada ésta sobre el pecho; pero su aspecto resuelto y erguido cuerpo, me indicaron desde luego que estaba ileso o cuando más levísimamente herido.
Una amenaza es más de lo que muchos obtienen de mí replicó Miguel. Lo cual no impide que Raséndil, a pesar de tantas amenazas, siga vivo. ¿Soy yo acaso responsable de las torpezas de los que me sirven? En cambio Vuestra Alteza no corre el riesgo de cometer torpezas replicó Ruperto con sorna. No podía decírsele más claro a Miguel que evitaba el peligro.
Anhelaba decirle muy quedo: «¡Acuérdese usted!» pero no me atreví, y fue fortuna, porque muy pronto apareció a su lado un hombre, que trató de enlazar con su brazo el talle de la dama. Apartóse ésta rápidamente y oí la risa burlona de su compañero. Era Ruperto, que inclinándose hacia ella murmuró algunas palabras.
A decir verdad, esto era precisamente lo que yo esperaba que sucedería. En mi opinión, ni al Rey, ni a Miguel ni a mí nos quedaba más que un día de vida. Me resignaba a morir, sobre todo si conmigo moría también Miguel el Negro y si por mi propia mano libraba a Ruritania de Ruperto Henzar, ya que no pudiese salvar la vida del Rey.
Sarto y Tarlein caerán en la refriega, como caerá también el Duque. ¡Hola! Sí, Miguel el Negro, como un miserable que es. Cuanto al Rey, tomará el camino del infierno por la «Escala de Jacob.» ¡Ah! ¿También sabe usted eso? Y quedarán sólo dos hombres cara a cara: Ruperto Henzar y usted, rey de Ruritania. Se detuvo un momento, y con voz que la emoción agitaba, continuó: ¿No es una jugada soberbia?
Lo primero que oí fue la risa burlona y altanera de Ruperto, risa extraña en aquellas circunstancias y en aquel lugar.
Letra de mujer si no me engaño. Pero ante todo tengo que darle una noticia. ¿Qué es ello? El Rey está en el castillo de Zenda. ¿Cómo lo sabe usted? Porque allí está la otra mitad de la cuadrilla de Miguel, de los Seis. Lo tengo bien averiguado: Laugrán, Crastein, el mozo Ruperto Henzar, tres bribones, a fe mía, como no hay otros en toda Ruritania. ¿Y bien?
Aquella noche resolvió Ruperto realizar sus inicuos designios y proporcionándose una llave de la habitación de Antonieta, la había sorprendido en ella. Sus gritos atrajeron al Duque, lucharon ambos en la obscuridad, dio Ruperto un golpe mortal a su señor y al precipitarse los criados en la habitación, escapó él por la ventana, como dejo referido.
Marroquín se están pegando allá arriba en la guardilla.» Subió el inspector a saltos y halló al cura en un estado que daba lástima verlo: echando sangre por las narices y los dientes. No quiso, sin embargo, que se diese parte al director, ni se dijese nada en el colegio. Entre D. Ruperto y Miguel lleváronle a su cuarto, le pusieron algunos paños de árnica, y le dejaron acostado.
Palabra del Dia
Otros Mirando