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Actualizado: 13 de junio de 2025


Jóvenes llegados de diversos lugares de la tierra para estudiar los misterios del Océano acababan por hacer cálculos matemáticos sobre las probabilidades de la ruleta. Y además, tiene el amor decía Castro al comunicarle Toledo sus impresiones sobre Novoa . Cuando no juega está al lado de esa Valeria. Eran novios.

Estos días está haciendo un tiempo magnífico, y, sin embargo, los alrededores de la ciudad se encuentran desiertos a todas horas. La Naturaleza ha perdido el prestigio en San Sebastián. Lo ha perdido... a la ruleta. Esto es una ladronera, una perfecta ladronera dice D. Salustiano . Ni por casualidad se gana. Va usted a ver... D. Salustiano coge una ficha de 20 pesetas y la arroja sobre la mesa.

Una vez al año, el día de su fiesta, al cerrar la noche, gran parte del público del Casino abandonaba la ruleta y el «treinta y cuarenta» para presenciar cómo los marineros de Mónaco quemaban frente á la iglesia, al son de la música, una barca vieja, cerrando con esto á la santa patrona todo camino de retorno.

Despreciaba de antemano á la suerte, vencida por él. «¡Ah, perraIba á vérselas con un hombre. De un tirón arrancó la silla en que había puesto otro su mano, y se sentó á una mesa de ruleta, entre dos viejas, sucias y mal vestidas, con aspecto de brujas. Los empleados cruzaron su asombro en forma de discretas ojeadas. ¡El príncipe apuntando, y á aquella hora!... Hagan sus juegos...

Inclinada la rubia pedigüeña sobre la especie de ruleta que coronaba la caja de hojalata, impulsaba con su dedito la aguja, chillando de regocijo cuando se detenía en un número, ya ganase, ya perdiese.

Unas cuantas veces, al verse junto á la ruleta, le había pedido prestados «diez luises», necesidad imperiosa de jugador que acaba de quedar limpio y ansía desquitarse; pero, con más ó menos retraso, se los había devuelto siempre. Su vida tenía un fondo misterioso, según don Marcos. Los otros dos convidados le parecían de una existencia menos complicada.

Tan cierto, como ahora es de noche. Misia Casilda tomó a lo serio aquello y se asustó. ¡Vaya un bonito modo de pensar! Quién le metía a él en la Bolsa, sin experiencia y sin fondos, porque, sin duda, para comprar oro y comprar acciones, y jugar a la baja o a la alza, como él decía, se necesita tener con qué; lo mismo que en la ruleta de los garitos. El joven se rió.

Sobre la chimenea, medio oculta por varios periódicos de modas, había una ruleta pequeña, una ruleta verdadera, empleada indudablemente en el estudio y comprobación de las teorías.

Millares de hombres se han consagrado heroicamente a la causa y le han hecho todos los sacrificios: el de su inteligencia, el de su tiempo, el de sus cuartos... Hasta ahora, sin embargo, no hay una verdadera ciencia de la ruleta.

Cuando tenía el sitio hecho un volcán de intrigas, de deseos, de cálculos y de murmuraciones, desapareció repentinamente con su marido, porque éste, que no salía de la ruleta, perdió en una noche cuarenta mil duros, sobre otros veinte mil que tenía perdidos ya; y no se había casado ella con Gonzalo Quiroga para eso, sino para cosa muy diferente.

Palabra del Dia

rigoleto

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