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Actualizado: 4 de junio de 2025
Fernando murmuró algunas excusas... Era un asunto que merecía ser pensado. Tal vez se decidiese al día siguiente. Pero ella, adivinando la falsedad de sus palabras, no quiso oírle. «¡Adiós!» Le empujó para ganar la puerta, cerrándola tras ella ruidosamente, como si ya no le importase guardar recato alguno. «¡Adiós!», contestó Ojeda al quedar solo.
De modo que cuando se supo que Keleffy venía, y no como un artista que se exhibe sino como un hombre que padece, determinó la sociedad elegante recibirle con una hermosísima fiesta, que quisieron fuese como la más bella que se hubiera visto en la ciudad, ya porque del talento de Keleffy se decían maravillas, ya porque esta buena ciudad de nuestro cuento no quería ser menos que otras de América, donde el pianista había sido ruidosamente agasajado.
Bien: esto me da ocasión para encerraros en un convento y matar á ese hombre. Al separaros de mí... ruidosamente, perderéis la administración de mis bienes. Púsose pálido el conde. Si me servís continuó la condesa os pagaré bien. ¿Meditáis bien lo que decís? dijo aturdido el conde, porque la amenaza de perder la administración de los bienes de su mujer le había aterrado.
Iba a derribar al toro de una estocada maestra. Todos adivinaban la resolución del espada. Se lanzó Gallardo sobre el toro, y todo el público respiró a un tiempo ruidosamente, luego de la emocionante espera. Del encontronazo entre el hombre y el animal salió éste corriendo con mugidora furia, mientras el graderío prorrumpía en silbidos y protestas. Lo de siempre.
Al día siguiente, cuando llevaba piedras al extremo de la escollera, vió á un hombrecillo en una pequeña barca, que fingía pescar y se colocaba siempre cerca de su paso, sin asustarse de los remolinos que abrían en las aguas las piernas gigantescas al cortarlas ruidosamente. La insistencia del pescador acabó por atraer la atención de Gillespie.
La vieja, no encontrando a mano otro remedio, la daba de beber y el agua caía en el estómago ruidosamente, como en el fondo de una vasija: chocaba en las paredes del esófago paralizado, haciéndolas sonar como si fuesen de pergamino.
Como el afán por tener noticias relativas al levantamiento de las provincias era una fiebre de que no estaban exentos ni los niños, ni los ancianos, ni las mujeres, cuando se sabía que D. Fulano de Tal había recibido una carta de Andalucía, de Galicia o de Cataluña, la casa se llenaba de amigos, y hasta los desconocidos se permitían invadirla ruidosamente para no esperar a que se les contara el gran suceso.
Ruidosamente, el juego del tennis fue abandonado, con gritos de triunfo, disputas, felicitaciones o imprecaciones. Las frases se entrecruzaban: ¡Hemos ganado tres partidas! ¡D'Ornay juega muy mal! ¡Pierdo siempre que voy con él! Por fin, restablecida la calma, se pusieron en camino. ¡Y bien, señorita! ha llegado la hora de la despedida... ¿Dónde está el hermoso automóvil de su amigo?
Por los balcones abiertos penetraba el hálito caliginoso de las neones de verano, cargado de enervantes perfumes. La plazuela animábase. El calor arrojaba de sus estrechos cuchitriles a la gente de los pisos bajos, y las puertas estaban obstruidas por corrillos de blancas sombras sentadas en sillas bajas y respirando ruidosamente.
Momentos después del altercado, mi tía Medea se había visto atacada súbitamente de una abundante evacuación de sangre por las narices; pero en el paroxismo de su cólera, temblando nerviosamente de ira, se había contentado con sorber en abundancia y ruidosamente grandes cantidades de agua salada, atarse fuertemente el brazo derecho o ponerse en los lujuriosos rodetes de su nuca adiposa la llave consabida que aconseja la terapéutica popular.
Palabra del Dia
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