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Actualizado: 26 de mayo de 2025
Es el mismo personaje, que observaremos en las de Lope de Rueda con el nombre de simple, que se convirtió más tarde en el gracioso, cuando nuevos y más finos rasgos llegaron á caracterizarlo. Otra comedia describe la fundación y vicisitudes de Coimbra.
El eje que sostenía la rueda, estaba apoyado en dos troncos de olivo, que habían echado raíces y cubiértose de una corona de follaje verde oscuro.
¡No es nada! gritó el capitán echando medio cuerpo fuera del puente para ver mejor el casco de su buque . Un cañonazo en la popa. ¡Firme, Tòni!... El segundo, agarrado á la rueda, volvía la cabeza de vez en cuando para apreciar la distancia que les separaba del submarino.
El río es inmenso y tranquilo. Su enorme caudal, que ocupa un lecho de más de un kilómetro de ancho, se distingue en seguida entre las dos corrientes: apenas algún remolino de espuma rueda al abrigo de una roca que prolonga la punta de la isla en forma de espuela.
Quería verte sin que tú me vieras murmuró con voz quejumbrosa .Verte una vez más. Me he escapado del Real... No podía vivir pensando que aún estabas aquí. Y ahora, ¡adiós!... No; besos, no. ¡Adiós! El cochero, obedeciendo sin duda a una orden anterior, dio un latigazo al caballo, y Fernando tuvo que apartarse. Una rueda pasó junto a sus pies.
La segunda sólo debe valer en cuanto se refiere únicamente al arte de la representación, puesto que los esfuerzos de Lope de Rueda para lograrlo, según consta de todos los testimonios, fueron en efecto extraordinarios y nunca vistos en España, y pueden ser considerados como el primer impulso que recibieron la mímica y el arte dramático para llegar á su perfección.
Duró este engaño algunos días, hasta que, al cabo de pocos meses, volvió Fortuna su rueda y salió a plaza la maldad con tanto artificio hasta allí cubierta, y a Anselmo le costó la vida su impertinente curiosidad.» Capítulo XXXV. Donde se da fin a la novela del Curioso impertinente
¿Pero qué está usted diciendo... señora?... No, yo no digo nada. Me repugnaría, puedes creerlo, manejar esos fondos. ¿Pero qué fondos, ni qué...? Usted está soñando. Vaya... si pretenderás que me trague yo esa rueda de molino más grande que esta casa. ¡Si me querrás hacer creer que no te da...! ¡A mí!
La teoría del «eterno recomenzar de las cosas» era falsa. Repetíanse los hombres y los sucesos, como en la Tierra se repiten los días y las estaciones; pero aunque todo pareciese igual, no lo era realmente. La forma exterior de las cosas podía semejarse; el alma era distinta. No; ¡rómpase la rueda! ¡perezca la inmovilidad! Los muertos no podían mandar.
Todos sentían un deseo de exteriorizar el regocijo de la calma. Ojeda tomó su café solo. Isidro, que acababa de sentarse junto a él, huyó al ver asomar una cabeza sonriente en la ventana inmediata. ¡Lo mismo que él! La vida en este buque era semejante a las vueltas de una rueda.
Palabra del Dia
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