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Actualizado: 10 de junio de 2025
Bajo las aguas amargas, están trabajando nuestros obreros, según sus especies ó sus caracteres: los más atrevidos en las rompientes, en las apacibles costas la gente tímida. He aquí un mundo poco variado. Esperad. Los vientos, las corrientes, trabajan para enriquecerle.
En todo lo que abarcaba su vista, el mar ofrecía la tersura de un lago, teniendo por orla la línea de rompientes, y por el lado opuesto, una sucesión de tierras bajas que debían ser islas. Edwin siguió bogando. Varias veces hundió un remo verticalmente en el agua con la esperanza de tocar fondo.
Ancló junto á temibles rompientes de la costa occidental de África, bajo un sol que hacía arder la cubierta, para recibir caucho, plumas de avestruz y colmillos de elefante traídos en largas piraguas por remeros negros. Salían siempre de un río poblado de cocodrilos é hipopótamos, en cuyas orillas alzaba la factoría los conos pajizos de sus techumbres.
El delirio de la fiebre empujaba al enfermo por extraños mundos, donde no persistía la más leve forma de realidad. Se veía otra vez en su torre solitaria. El sombrío cubo ya no era de piedra: estaba formado de cráneos, unidos como bloques, por una argamasa hecha de polvo de huesos. De huesos eran también la colina y los peñascos de la costa, y blancos esqueletos las líneas de espuma que coronaban las rompientes del mar. Todo cuanto abarcaba la vista, árboles y montes, buques e islas lejanas, estaba osificado, con una blancura deslumbradora de paisaje glacial. Cráneos con alas, parecidos a los querubines de los cuadros religiosos, revoloteaban en el espacio, lanzando por su mandíbula caída roncos himnos a la gran divinidad que lo llenaba todo con los bullones de su sudario y cuya cabeza de hueso se perdía en las nubes.
A la derecha se elevaba la isla de Kalot con sus rompientes, el molino y el campanario azul de Plougasnou, mientras que a lo lejos se extendía la playa de Treguier, de fina y dorada arena, limitada por inmensos peñascales que se pierden en el horizonte. La linda bahía de Pempoul no contenía ordinariamente más que medio centenar de barcas y algunos buques de un tonelaje más elevado.
En el extremo de la isla, en las rompientes, las olas simulan que disparan cañonazos. A veces, un dedo invisible toca en los vidrios: algún ave nocturna atraída por la luz, y que se estrella la cabeza contra el cristal.
A un tiro de fusil de la base de este promontorio se elevaba una cadena de enormes bloques de granito que formaban, avanzándose hacia el mar, los bordes escarpados de un estrecho canal que serpenteaba entre ellos y el pie de la montaña y no tenía más salida que a través de los rompientes más peligrosos.
No puedo ir con niebla por entre esos rompientes. Pero al menos estaríamos en seguridad, en el caso en que los aduaneros bajasen para sorprendernos; y, ¡por Cristo! no podrían aproximarse a la tartana entre esos peñascos y esas olas. Haz poner el puente. El gitano, sonriendo, hizo un gesto negativo que aterró al fraile.
El mar se iba rizando con largas ondulaciones que hacían cabecear al bote y hubiesen representado un oleaje de tormenta para los buques de la escuadra del Sol Naciente. Los dos amantes miraban con espanto el movimiento de la enorme nave. ¡Atención, hijos míos! dijo Gillespie . Vamos á pasar la llamada barrera de los dioses, y las rompientes nos sacudirán un poco.
Palabra del Dia
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