Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 27 de octubre de 2025
Algunos diputados volvieron a sus asientos, mirando a los bancos más extremos de la izquierda, donde asomaba tras el rojo respaldo una gran cabeza blanca, en la que brillaban las gafas con luz semejante a la de una sonrisa dulcemente irónica. Púsose en pie el anciano. Era tan pequeño, tan débil de cuerpo, que aún parecía estar sentado.
Yo, entonces, a lo que creo, rojo el rostro con las alabanzas, o ya aduladoras o demasiadas, que de mí oía, no supe más que hincarme de rodillas ante Cratilo, pidiéndole las manos, que no me las dió para besárselas, sino para levantarme del suelo.
Tanta piedad podía llegar a ser una desgracia para él, porque si Fortunata se entusiasmaba mucho con la religión y se volvía santa de veras, y no quería más cuentas con el mundo, sino quedarse allí encerradita adorando la custodia durante todo el resto de sus días... ¡Oh!, esta idea sofocó tanto al pobre redentor, que se puso rojo.
Desfilaba toda la variedad de uniformes de los ejércitos de la República: el azul horizonte de las tropas continentales, el color mostaza de las tropas marroquíes, la gorra de cuartel amarilla de la Legión Extranjera, el fez rojo de los argelinos y de los tiradores negros. Nadie estaba entero.
En seguida inclinó el espejo hacía sí, se sentó, y sin llamar a la doncella comenzó a soltarse el largo y abundoso pelo, antes castaño muy oscuro y ahora teñido de rojo caoba como el de las venecianas a quienes retrató Ticiano.
Y se apuraron las copas, y circuló de nuevo la ventruda botella llena de vino de la bodega de los Escolapios, un caldillo rojo del llano de Cuarte, que pasaba dulcemente por el paladar, y una vez dentro, el muy traidor causaba un trastorno de mil demonios.
Y cuando pienso á todas horas en mi encuentro de ayer, y veo el sitio que me ofrecía burlonamente el maldito rojo, como si yo fuese una hembra, como si nunca pudiera sentirme capaz de ocuparlo, ¡tú me propones que arregle un encuentro mortal con otro de esos hombres que se consideran, no sin razón, superiores á nosotros!... No; ya lo sabes: no acepto.
Si las encontraban mozas y lindas, decíanles cosas almibaradas; si viejas y feas, barbaridades capaces de enojar y abochornar a un santo de leño. Cuando pasaba Amparo, que iba una de las primeras, al lado del rojo estandarte, era un fuego graneado de piropos, una descarga cerrada de ternezas, a quemarropa.
Veía rojo, cual si sus ojos estuviesen inyectados de sangre. Escuchaba, como algo lejano que venía de otro mundo, el vocerío de la muchedumbre aconsejándole serenidad.
Aquel zaguán, hijo genuino del siglo XVI, á pesar de su irregularidad, de su pavimento terrizo y de sus paredes rudamente pintadas de rojo y blanco imitando fábrica, no dejaba de ser suntuoso y característico, como representante de la época de transición llamada del Renacimiento.
Palabra del Dia
Otros Mirando