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Actualizado: 9 de julio de 2025


Metió tanto el brazo, que al salirse de entre los cuernos todavía le alcanzó el roce de uno de éstos, enviándolo tambaleante a algunos pasos; pero quedó en pie, y la bestia, tras loca carrera, fue a caer en el extremo opuesto de la plaza, quedando con las piernas dobladas y el testuz junto a la arena, hasta que llegó el puntillero para rematarla.

En los primeros días le sedujo la novedad de ver caras extrañas, de sentir el roce de aquel arroyuelo de curiosos que, bifurcándose de la gran inundación de viajeros que corrían Europa, llegaba hasta Toledo. Pero al poco tiempo le parecieron iguales las gentes que veía todas las tardes.

Demos que la mano recorra la longitud de un cuerpo de superficie variada; iremos experimentando la variedad de sensaciones correspondientes á la superficie; y si despues estando quieta la mano, pasa el cuerpo por ella con la misma velocidad de movimiento, y con igual presion y roce, las sensaciones serán idénticas.

Lo diseminado del caserío contribuía a la soledad de Tirso; así que tenía poco roce con sus feligreses, casi las precisas relaciones, dada su posición; de suerte que, ni el respeto se mermaba con la confianza, ni la frecuencia del trato podía engendrar intimidad. Hacía muchos años que en aquellos contornos no se recordaba un cura tan reservado y poco comunicativo.

Gabriel caminaba agarrado a una traviesa del carro, con la vista fija en los timoneles, sintiendo en sus piernas el roce los que empujaban aquel artefacto semejante a los carros de los ídolos indostánicos. Al salir de la catedral por la puerta Llana la única del templo que está al nivel de la calle , Gabriel pudo abarcar con su vista toda la procesión.

A Isidora le gustaba aquella noche, sin saber por qué, el choque de las multitudes y aquel frotamiento de codos. Sus nervios saltaban, heridos por las mil impresiones repetidas del codazo, del roce, del empujón, de las cosas vistas y deseadas.

Observo tambien que al tener la sensacion que resulta de dar una mano con otra, experimento la sensacion de oir el ruido de la palmada: luego si la coincidencia vale, influirá el oido como el tacto. Lo que digo de la palmada, puede aplicarse á lo que experimento recorriendo con la mano una parte del cuerpo, por ejemplo toda la longitud del brazo, de suerte que el roce produzca ruido.

El roce con la gente de la imprenta había dado a su franqueza cierto tinte rudo, a veces rayano en la grosería; a sus sentimientos honrados servía de intérprete un lenguaje tosco; para verle algo aseado y compuesto, era preciso aguardar al domingo: acaso no anduviese descaminado Tirso y, andando el tiempo, tuviera ella que llevarle en cesta la comida, resignándose a ser una menestrala, es decir, el tipo contrario al de las señoritas, cuyos modales y trajes procuraba imitar.

Sus dedos, deslizándose sobre el cuero cabelludo, estremecido aún por el roce mortal, tropezaron con dos agujeros de la pared, semejantes a pequeños embudos, que guardaban una sensación de calor. Las dos balas le habían rozado, yendo a clavarse en el muro a una distancia casi imperceptible de su cabeza.

Siguieron unos momentos de espera y luégo se sintió en todo el barco el roce de la quilla sobre las rocas. Una de éstas, cuya punta proyectaba oblícuamente, raspó con fuerza el costado del casco, arrancándole largas astillas.

Palabra del Dia

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