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Actualizado: 23 de julio de 2025
El lúgubre, principálmente, era un gran Ministro de Hacienda, y resolvía todos sus apuros por medio de grandes acometidas al bolsillo del joven escritor, que tenía, entre otras cualidades, la de despreciar las vanas riquezas.
Tornose esto en una necesidad del corazón, y como estoy solo, como no me gusta estar solo... No tengo grandes riquezas que ofrecer a usted, pero soy trabajador, gano bastante y holgura... ¡Desde que la vi a usted me gustó tanto!... La vi salir de esta casa, y dije: «¿Quién será?...». En fin, que usted vale mucho, es muy buena, y yo quiero casarme con usted... Vamos, ya lo dije... y palante».
Ahora se daba cuenta de las peticiones de Judith, cada vez mayores: de aquel afán de riquezas, de «asegurar su posición», como ella decía, con una voracidad creciente, como si la guiase un oculto consejero.
Eran preferibles los hombres vulgares que había conocido en otros tiempos; y cuanto más imbéciles, mejor. No volvería a enamorarse. Y cansada, perdidas las ilusiones, volvió a lanzarse en el mundo. La molestaba aquella leyenda galante de sus tiempos de locura; la furia con que corrían hacia ella los hombres, ofreciéndola riquezas a cambio de una pasividad amorosa.
Desde que las naciones comerciantes y agricultoras han colocado su trono sobre las guerreras, no corrompen á los pueblos las riquezas, por no ser ya el fruto de una conquista, sino el prémio de un continuo trabajo, y de una vida enteramente ocupada: y las riquezas, con las canales que las pasan de una á otra parte, son el primer interes de las mismas naciones.
Respondióle Zadig lo mismo que acerca del ministro de hacienda. Señor, dexadlo á mi cargo; pero permitidme primero que disponga de todas las riquezas que se expusiéron en la galería de la tentacion, y no dudeis de que os daré buena cuenta de ellas, y no perderéis un ardite.
22 Y el que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la Palabra; pero la congoja de este siglo y el engaño de las riquezas, ahogan la Palabra, y se hace infructuosa. 24 Otra parábola les propuso, diciendo: El Reino de los cielos es semejante al hombre que siembra buena simiente en su campo; 25 mas durmiendo los hombres, vino su enemigo, y sembró cizaña entre el trigo, y se fue.
Si moris á manos de ese ejército, será con honor i con gloria. Si lo desbaratais, esas tierras i cuantas riquezas halleis en ellas serán de vosotros. Dios i nuestro arrojo pueden salvarnos solamente. En uno i otro tengo mi confianza. Acordaos de las pasadas victorias con que honrásteis á nuestra patria i á vuestro nombre.
Que como se descubrió Con aquélla nueva tierra, Y Nuevo-Mundo el viaje Que ya tantos ver desean, Por ser de provecho y honra, Regalo, gusto y riquezas, Así la farsa se halló Que no es de menos que aquesta.
Estoy muy inquieta por la salud de Cesarina, y por el casamiento de Susana, que cuenta ya cerca de veintiún años. En este momento, bien pocas riquezas podemos ofrecer a sus pretendientes. ¿Qué mayor riqueza que las virtudes que atesora su corazón y la belleza incomparable de su rostro?
Palabra del Dia
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