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Actualizado: 19 de mayo de 2025
Y, sin embargo, no olvida. Y en aquel rincón viene a sorprenderle el ascenso, la traslación a la parroquia de Ulloa, especie de desagravio del arzobispo.
En el fondo de la casucha, con la cabeza hundida en cajones que servían de pesebres y las grupas frente a la puerta, estaban los caballos, las mulas y los burros que constituían la fortuna de la familia. Los colchones astrosos, apilados en un rincón, se extendían por la noche junto a las patas traseras de las bestias, durmiendo la familia y su capital acariciados por el calor del común estiércol.
Asimismo rodeaba mi cabeza complicado turbante de trapos que olían a ungüentos y vinagre, y mi débil y extenuado cuerpo sentía por aquí y por allí terribles picazones. El lecho en que yacía tan incómodamente ocupaba el rincón del cuarto, el cual era de ordinarias dimensiones, con blancos muros y suelo de ladrillos, mal cubiertos por una vieja y acribillada estera de esparto.
Huiría al extranjero; sí, señor, me escaparía... ¡Y si ella me acompañaba! ¡Oh!... ¡Qué felicidad!... Juntos... en aquel rincón de Toscana o de Lombardía que ella conoce. Pero ¡ay!, siete mil reales eran muy pequeña cantidad para compartirla con una dulce compañera. En realidad, ¡qué pobre había sido él toda la vida!
Y al decir esto estaba ya la del Banco con los brazos abiertos frente a la Regenta, y chocaban las rodillas de una dama con las de la otra. La que estaba de pie inclinaba el cuerpo hacia atrás. Media hora después, Visita, un poco escondida detrás del cortinaje de un balcón, refería una historia a la Regenta, que la oía atenta, vuelta hacia el rincón de su amiga.
En cuanto Nieves se fue del comedor, llamó él a Catana con una seña; y llevándosela al rincón más escondido, la preguntó por lo bajo: ¿Qué tiene la niña hoy? La rondeña recibió la pregunta como el diablo una rociada de agua bendita, y contestó bajando mucho la cabeza: Ná, zeñó... ¡Yo digo que tiene algo! afirmó con energía desusada el manso Bermúdez. Po zi zu mercé lo zabe, zabe má que yo.
Contrariado Morsamor, se sentó en una silla en el rincón más obscuro de la estancia y casi a los pies del lecho con colgadura que había en ella. En medio de sus cavilaciones, oyó o creyó oír de súbito voces y carcajadas que a lo lejos sonaban por el lado derecho del sitio en que estaba él.
Al anochecer se nos ordenó marchar río arriba, lo cual no comprendimos ni poco ni mucho hasta que algunos compañeros, que eran del país y conocían el terreno, nos dijeron que íbamos buscando el vado del Rincón para pasar al otro lado.
¿Qué criatura mortal podía aparecer a aquellas horas y en tan apartado sitio? El bandido, no obstante, se recobró del susto y acudió a la defensa. Echó mano del trabuco, que tenía en un rincón de la estancia, y fue al cuarto contiguo, donde había caído la puerta y estaba la entrada.
Aquel rincón de verdura donde los arbustos, creciendo a su antojo, se entrelazaban hasta formar una masa impenetrable, era a propósito para las confidencias amorosas. Avanzó con precaución, sin hacer ruido, por sus senderos casi desaparecidos, tapizados de hierba, invadidos en muchos parajes por las ramas de los arbustos y la maleza.
Palabra del Dia
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