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Actualizado: 16 de junio de 2025
¡Pero eso es de novela de folletón!... Son medios gastados y ridículos que todos pueden aprender en libros y melodramas. Freya asentía. Por eso mismo los empleaban. El medio más seguro de desorientar al enemigo era valerse de procedimientos vulgares; así, el mundo moderno, inteligente y sutil, se resistía á creer en ellos.
Nada puede salvaros, se acabó. Si no me contuviera os patearía como a una víbora; pero quiero contenerme; tengo curiosidad por ver qué medios ridículos vais a emplear para eludir el castigo de vuestra baja debilidad. Hablad, sed breve; porque todo es inútil; dentro de pocos minutos vuestra suerte se habrá fijado.
Su argumento, con ligeras excepciones, está tomado de la vida y costumbres de las clases más bajas del pueblo, exponiendo situaciones cómicas, sucesos ridículos ó anécdotas jocosas. Ofrecen imágenes reales sin afectación ni idealidad poética.
Dice que sin ella y con la barba blanca que antes traía aparento tantos años que le da vergüenza ir conmigo por la calle...¡Como si a pesar de estos adimentos ridículos no se conociese que paso de los ochenta!... Yo bien comprendo que a ella le avergüenza estar casada con un ochentón, y usted mismo se habrá dicho al vernos: «¡Vaya un matrimonio estrafalario!... ¿Cómo se le habrá ocurrido a este viejo decrépito casarse con una joven tan linda?...» Nada; no me diga usted nada; quien dice usted, dice todos los demás que nos conocen.
Y Pinzón juega en todo esto el papel de un traidor cauteloso, que fomenta los miedos ridículos de una marinería acostumbrada a navegaciones más azarosas... En el relato de su viaje, el Almirante, que era de carácter receloso y muy dado a ver traiciones y asechanzas en todas partes, no dice una palabra de intentos de revuelta, y varias veces, durante la navegación, aproxima su nave a la de Martín Alonso, le llama, entablan amistosa plática desde el puente, y se envían con una cuerda la famosa carta de Toscanelli para esclarecer sus dudas.
El llevaba un nombre francés, tenía sangre francesa, y lo que hacían aquellos gringos que las más de las veces le parecían ridículos y ordinarios era digno de agradecimiento. ¡Los subditos del kaiser festejando la gran fecha de la Revolución!... Creyó estar asistiendo á un gran suceso histórico.
El baile se animaba, la maledicencia y los recelos ridículos de la etiqueta fría e irracional de nobles y plebeyos codeándose, dejaban el puesto a otros vicios y pasiones.
Perdió bruscamente la afición a aquellas furiosas broncas oratorias por un más o un menos en cualquier punto de Filosofía o de Historia; empezó a creer ridículos los sofocones que se había tomado por probar que en las civilizaciones de Oriente el poder de las castas sacerdotales era un poquito más ilimitado que el de los reyes, contra la opinión de Gustavito Tellería, el cual sostenía, dando puñetazos sobre la mesa, que lo era un poquitín menos.
Otros matrimonios más ridículos se hacen; por ejemplo, aquéllos que se arreglan en una entrevista única en un palco de la Opera, entre dos desconocidos que después se conocerán demasiado.
No le quería bien. «¡Ese es panteísta!» decía con desdén. «Ese adora la naturaleza, los animales, y los árboles especialmente... además, no es filósofo; no quiere pensar en las grandes cosas, sólo estudia nimiedades.... Está muy hueco porque después de cien mil ensayos ridículos, aclimató el Eucaliptus en Vetusta.... ¿Y qué? ¿Qué problema metafísico resuelve el Eucaliptus globulus?
Palabra del Dia
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