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Actualizado: 14 de junio de 2025


¡Así se empieza!... respondió Baldomero, riéndose, y agregó: ¿Pero ya llegamos y sabe que el mate me anda retozando entre las tripas?... En la puerta del hotel esperaba Garona, cuya silueta se proyectaba en la acera a favor del farol colgado en el zaguán, como la de una bordalesa que tuviese encima una fuente enorme; de tal modo eran anchas las alas de su chambergo criollo.

De la magnífica figura destinada á la iglesia de San Remo, ¿no recuerdas? Aquella cabeza de santo.... ¡Anda, anda! exclamó Gualtero riéndose. Miren con lo que nos sale ahora.

Amparito escuchábale complacida, riéndose malignamente del ceceo del viejo y de sus preguntas. ¿Que si tenían novio? No, señor; aún eran jóvenes y podían esperar. Concha que tenía algo, pero ella nada.... Nadie la quería... ¡era tan fea...! Y el travieso bebé experimentaba satisfacción al oírse llamar hermosa por aquella boca de ochenta años.

Bien llegáis, pues cuento daros no poco que hacer antes de que volváis á ver vuestra tierra de Hanson. ¿Habéis estado en España, señor de Butrón? , Alteza, y lo que más recuerdo es aquella famosa y deliciosísima olla podrida del país.... ¡Siempre el mismo, á lo que veo! exclamó el príncipe riéndose, lo mismo que otros muchos caballeros.

Después de verle, al irse, me ha palmeado a ya sabe usted que Güemes es lo más cariñoso y me ha dicho, riéndose, que el diagnsótico lo haría, mejor que él, alguna muchacha, y que la más eficaz medicina para Carlitos está en el sacramento con música de marcha nupcial. El doctor Güemes no sólo es un gran clínico, sino también un gran psicólogo. Está en todo, hijita. ¡Qué hombre!

La niña, muerta de miedo, preguntaba: «¿Quién anda ahíOctavio, metiendo la voz por las rendijas del balcón, respondía: «Carmen, te quiero, te quiero»; y se descolgaba rápidamente riéndose del susto de su novia.

Y, riéndose satisfecho, casi triunfante, volvió a guardar en su pecho, con todo cuidado, su precioso tesoro; luego se puso de pie y quedó parado dando la espalda al fuego, en la actitud de un hombre que confía completamente en lo que está escrito en el libro del destino.

Aquellos tiempos están lejos, contestó Simoun riéndose más secamente aun de lo que acostumbraba; estas islas no volverán á sublevarse por más trabajos é impuestos que tengan... ¿No me ponderaba usted P. Salví, añadió dirigiéndose al franciscano delgado, la casa y el hospital de Los Baños donde ahora se encuentra su Excelencia?

Además, yo no podía recordar sus infamias... Al agarrarlas con los dedos del recuerdo, ellas se deslizaban bajo mis manos como anguilas... La misma Nanela, en vez de enfadarse, seguía riéndose, riéndose... ¡La verdad es que era chusco ver a un hombre vivo metido en su ataúd a modo de un saltaperico de elástico resorte en su cajita de madera!

¡Qué buena comparación! exclamó Ricardo riéndose a tiempo en que Lorenzo decía: La Pampita habrá salido ingénitamente honesta... porque lo que es la educación no iba a corregir ni a morigerar un temperamento meridional puesto en contacto asiduo con la naturaleza. Bueno, de eso yo no entiendo, don Lorenzo; pero lo que decirle es que la Pampita puede ir donde quiera sin que nadie le falte.

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