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Actualizado: 28 de junio de 2025


Era menester que le diera cuenta de sus costumbres é inclinaciones, las peripecias de su vida, los negocios que había hecho, las reyertas que había tenido, hasta de las palabras que había vertido aquel día al entrar y salir de casa.

Si los hombres cuidasen explicar sus nociones mentales con las expresiones que corresponden á cada una de ellas, se evitarian mil qüestiones inútiles y viciosas, que se ven en los libros, y innumerables reyertas en el trato civil.

Mientras no afecte al fondo, mientras los corazones no se desunan, las reyertas matrimoniales tienen bien poca importancia... Y aquí no hay miedo a eso, por fortuna... quieres a Ventura... ¡Oh, cada día más! exclamó él, con rabia de mismo. Estoy enamorado como un burro... , , ¡como un burro! Una sombra de mortal dolor, veloz como un relámpago, pasó por los claros ojos de Cecilia.

En el curso de nuestros amores, puedo decir que no tuve motivo serio para quejarme una sola vez de ti. Nuestras reyertas han sido siempre las de dos niños y han terminado con la misma brevedad que las de los pájaros que riñen en el aire.

De esta diversa disposición de ánimo nacieron las primeras disputas, leves y cortas aún, de los dos amantes, reyertas que al principio sirvieron de diversión a Baltasar, porque, a veces, hasta la contrariedad distrae. Al menos, mientras duraban, no venía el importuno bostezo a descoyuntar las mandíbulas.

Fermín, por respeto y por asco obedecía, y cuando el estrépito era horrísono, tapaba los oídos y procuraba enfrascarse en el trabajo hasta olvidar lo que pasaba detrás de aquellas tablas, en la taberna. Algo más que las reyertas entre los parroquianos ocultaba Paula a su hijo.

Más de una vez, en las frecuentes reyertas entre cadetes y paisanos que estallaban generalmente en los bailes de candil, había tirado al suelo tres o cuatro mozos de tres o cuatro puñetazos, lo cual llamaba tanto más la atención del vulgo cuanto que nada tenía de corpulento y atlético en su figura.

Doña Esperanza también deploraba el carácter de su hija; marchaba muy de acuerdo con la ruindad de su yerno, ayudándole no poco en la vigilancia de la casa. Mas, aunque la reprendiese a menudo por su apatía, como al fin había salido de sus entrañas, le dolía que Calderón lo hiciese, sentía vivamente las reyertas matrimoniales.

Muchas veces, en las casas donde era recibido como amigo de confianza, escuchaba en silencio las reyertas de familia, con los ojos discretamente clavados en el suelo; y mientras su gesto daba a entender que nada de aquello le importaba ni comprendía, acaso era el único que estaba en el secreto, el único que tenía el cabo de aquella madeja de discordia.

Ya saben ustedes que no transijo con la patria dijo sonriendo . Mientras más la visito, menos me gusta. Por respeto a mi padrino, no me atrevo a decir más. Los gustos extranjeros de aquel hombre y el desamor que a su patria mostraba, eran ocasión de empeñadas reyertas entre él y D. Baldomero, que defendía todo lo del Reino con sincero entusiasmo.

Palabra del Dia

cabalgaría

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