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Actualizado: 19 de mayo de 2025
Contó en voz alta más de cuarenta vagones, sin poder llegar al término del convoy, oculto aún por una revuelta. Debe ser un batallón... todo un batallón en pie de guerra. Más de mil soldados dijo con autoridad, satisfecho de mostrar su buen ojo profesional ante los compañeros de mesa, que no le oían.
En cambio, el mar remontaba su lomo, crecía en altura por momentos, devorando con su mandíbula azul y rectilínea un pedazo de cielo á cada revuelta de la ascensión. Sobre la cumbre iba agigantándose el volumen de una mole de albañilería: «El Trofeo», título que había acabado por convertirse en La Turbie, nombre medioeval del pueblecillo amurallado y pardo que se apretuja alrededor del monumento.
Mañana volverémos á la misma plaza de donde venimos; á la Plaza de la Concordia, y diré á mis lectores varios secretos de la revuelta historia de Paris. =Dia trigésimo segundo=. Visita. El Brigadier Rotalde. El Panteon. Café cantante de los Campos Elíseos. Tertulia. Una madre como hay muchas. Curiosidades. Madama Fonteral viene á vernos antes de las ocho de la mañana.
Poco me agrada separarme de tí; pero dos consideraciones hago: que aquí te traje, no para satisfacción mía, sino por conveniencia tuya; y que en las luchas de la tierra, en la revuelta marejada de encontrados intereses, donde has de intervenir, puedes ser en alto grado útil a la santa causa de la Iglesia.
El hombre que se paseaba en la habitación y hablaba casi por monosílabos y lentamente con Luisa, era un hombre alto, fornido, soldadote en el ademán, en el traje y en la expresión, con cabellera revuelta, frente cobriza, ojos negros, móviles y penetrantes, mejillas rubicundas y grandes mostachos retorcidos.
Viéndome, pues, con una fiesta revuelta, un pueblo escandalizado, los padres corridos, mi amigo descalabrado y el caballo muerto, determiné de no volver más a la escuela ni a casa de mis padres, sino de quedarme a servir a don Diego, o por decir mejor, en su compañía, y esto con gran gusto de sus padres, por el que daba mi amistad al niño.
Eran gentes acostumbradas a verse todos los días, siempre las mismas, a idéntica hora, y sentían revuelta su curiosidad cuando un rostro extraño alteraba la monotonía de su existencia. Retirábase hacia el fondo del claustro, cuando algunas palabras de los mendigos le hicieron retroceder. Ahí viene el Vara de palo viejo. ¡Buenos días, señor Esteban!
Por fin, la vista desde las alturas de Montmartre no tiene que ver nada con las otras. Es una perspectiva especial, en que apenas sabemos lo que miramos. Desde aquellas alturas no es Paris, sino el embrion de una ciudad de un millon de almas; una mesa revuelta de veletas, agujas, torreones, cúpulas, campanarios.
Valldemosa se presentó de pronto a su vista sobre la cumbre de una colina rodeada de montañas. La torre de la Cartuja, con adornos de azulejos verdes, elevábase sobre la frondosidad de los jardines de las celdas. Febrer vio un carruaje inmóvil en una revuelta del camino. Un hombre descendió de él, moviendo los brazos para que el cochero de Jaime detuviese sus bestias.
2 Y muy de mañana, el primero de los sábados, vienen al sepulcro, ya salido el sol. 3 Y decían entre sí: ¿Quién nos revolverá la piedra de la puerta del sepulcro? 4 Cuando miraron, ven la piedra revuelta; que era muy grande. 5 Y entradas en el sepulcro, vieron un joven sentado a la mano derecha, cubierto de una larga ropa blanca; y se espantaron.
Palabra del Dia
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