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Actualizado: 28 de junio de 2025


Corriendo hacia su casa, en retirada, miraba al cielo, cosa en él muy contraria á la costumbre, pues si alguna vez lo miró para enterarse del tiempo, jamás, hasta aquella noche, lo había contemplado. ¡Cuantísima estrella! Y qué claras y resplandecientes, cada una en su sitio, hermosas y graves, millones de millones de miradas que no aciertan á ver nuestra pequeñez.

Todo se desarrollaba en el suelo, no con arreglo a su propia bondad, sino por «las nobles y felices influencias de las estrellas que están sobre él», causa universal de vida. «A cielo noble correspondía tierra nobilísima», y como las constelaciones del ignorado hemisferio eran, según la ciencia de la época, «las mayores, más resplandecientes, más nobles y perfectas, y por consiguiente de mayor virtud, felicidad y eficacia que las de Aquilón», de aquí que bajo su resplandor debía estar forzosamente la mejor de las tierras, o sea el Paraíso.

Todas las partes del cuadro que se presenta en conjunto a la mirada, preocupan de tal modo el pensamiento, que hay que pasar largo tiempo antes de conseguir poner en orden las sensaciones que se experimentan y de distinguir los detalles; allá abajo, donde acaban el Jura y Francia, un lago que en su inmensidad presenta el aspecto de un mar; sobre sus bordes las campiñas románticas del país de Vaud, los paisajes agrestes del Valais, las ásperas soledades de la Saboya; confundiéndose con el horizonte, y tan vasta como él, la cadena de los Alpes, cuyas innumerables cúpulas se agrupan sobre la semicircunferencia del cielo, diversas de formas, de carácter, de fisonomía, de color, pero todas afectando al fuego del sol el brillo de los diferentes metales; las unas resplandecientes como la plata pulimentada; las otras, según el efecto de las sombras que se proyectan sobre sus contornos, mates como el plomo o brillantes como el acero bruñido, con reflejos azules o violados; otras, en fin, tan deslumbrantes, cuando el sol poniente las inunda, que se diría que son masas de hierro blanqueadas a la fragua. ¡Aquel día el sol se ponía con tanta magnificencia y en un cielo tan puro!

3 Sus vestidos fueron vueltos resplandecientes, muy blancos, como la nieve; tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos. 4 Y les apareció Elías con Moisés, que hablaban con Jesús. 5 Entonces respondiendo Pedro, dice a Jesús: Maestro, bien será que nos quedemos aquí, y hagamos tres tabernáculos: para ti uno, y para Moisés otro, y para Elías otro;

Los bosques de naranjos y de limoneros, con fruto y con flor a la vez, embalsaman el aire. Los pintados pajarillos, las mariposas y las libélulas de resplandecientes colores esmaltan y alegran el ambiente diáfano. Por la noche, el cielo parece más hondo que en Europa, no negro sino azul, y todo él lleno de estrellas más luminosas y grandes que las que se ven en nuestro hemisferio.

La prendera quedó suspensa; vaciló un momento, pero viendo aquel rostro infantil cubierto de rubor, viendo sus ojos azules y límpidos como los de un querubín resplandecientes de gratitud, le entregó la mano sonriendo de la humildad y la inocencia de aquel niño. ¡Qué cordero de Dios! murmuró la buena mujer mientras sentía su mano mojada por las lágrimas de Godofredo.

En la puerta pendía colgado de una espetera un manojo de plumas de ganso, y en lo más profundo y más lóbrego de la tienda lucían como los ojos de un lechuzo en el recinto de una caverna, los dos espejuelos resplandecientes de don Anatalio Mas, gran jefe de aquel gran comercio. Enfrente había una tienda de comestibles; pero de comestibles aristocráticos.

Un órgano de resplandecientes tubos se elevaba en el coro de la iglesia: era el regalo de bodas de miss Percival al abate Constantín. El anciano cura dijo la misa.

Bien se echaba de ver que no había despertado en aquel momento. El sueño dulce de la juventud no arrebata de tal suerte las mejillas; no infunde en los ojos semejante brillo ni deja, sobre todo, tal expresión aciaga sobre el rostro. Por delante de aquellos ojos inmóviles y resplandecientes como el acero bruñido había desfilado durante la noche una procesión de fantasmas.

Palabra del Dia

rigoleto

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