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Actualizado: 6 de mayo de 2025
Pero la proximidad de Rosalinda obró en su alma como un imán y modificó por completo sus resoluciones. Lanzó una rápida mirada sobre todo su vestido: su calzado, en verdad, aparecía lleno de polvo, pero ni su americana ni su pantalón habían sufrido gran cosa de su paseo a través de los bosques y su total apariencia era suficientemente correcta.
El amor a la ciencia, el amor a la propia gloria, adquirida por la ciencia misma, hasta el formar uno de sí propio no desventajoso concepto; todo ello, sentido con moderación, velado y mitigado por la humildad cristiana y encaminado a buen fin, tiene sin duda algo de egoísta; pero puede servir de estímulo y apoyo a las más firmes y nobles resoluciones.
Ya pensarían los dos lo que debía hacerse cuando llegase el momento. Quedaron en un silencio doloroso. Ella parecía ofendida de que se le quisiera obligar á violentas resoluciones: él pensaba de nuevo en el doctor, en aquella guitarra trovadoresca de que le había hablado el burlón Aresti al describir su vehemencia amorosa. Realmente, eran de razas distintas; sentían las pasiones de diverso modo.
Pero sea la que quiera la propiedad escitante é inflamatoria de la cantárida, se ha usado tanto y con tanta frecuencia en afecciones esténicas y flegmásicas, que, ignorando los médicos las ideas hahnemannianas, comprenden poco sus resoluciones. Mr.
Yo no cierro los ojos ante este extraño extravío de mi imaginación, o, mejor dicho, ante esta implacable contrariedad de mi fortuna, que me impulsa obstinadamente hacia todo aquello de lo que debería huir, y que me hunde tanto más profundamente en el abismo de mis resoluciones, cuanto menos esperanza veo en volver a la superficie.
El Sr. Alcalde de primer voto les hizo presente el objeto de la convocatoria; espresándole que el Exmo. Cabildo Gobernador contaba con su auxilio para llevar á efecto las resoluciones que habia tomado en tan críticas como extraordinarias circunstancias. Contestaron unanimemente, que estaban aparejados y dispuestos á sostener la autoridad que por voto del pueblo habia reasumido el Exmo. Cabildo.
Tomada el agua bendita, don Carlos Moreno Trujillo se dirigió a la capilla de Nuestra Señora de la Blanca. Era hombre tan extremadamente metódico, que su vida entera encajaba dentro de un programa irreductible, determinante de sus actos todos, así morales como físicos, de las graves resoluciones, así como de los pasatiempos insignificantes, y hasta del moverse y del respirar.
Y como para nuestro mayordomo los proyectos eran resoluciones, y más tratándose de algo peligroso, dicho y hecho: levantóse velozmente, abrió una de las puertas traseras del palacio y se encaminó sin vacilar á las orillas del Lora. Despojóse inmediatamente del vestido y se zambulló en los cristales opacos del río con estrépito. La noche era despejada, pero sin luna.
Este dictó al siguiente otro decreto por el cual reconocia y mandaba reconocer á Bolívar como Presidente de la República, anulando al propio tiempo todas sus anteriores resoluciones, inclusa la de reunion de un Congreso.
Pero Barbarita, con aquella seguridad del talento superior que en un punto inicia y ejecuta las resoluciones salvadoras, se encaró con Juanito, y de buenas a primeras le dijo: «Mañana mismo nos vamos a Plencia». Y al decirlo se fijó en la cara que puso. Lo primero que expresó el Delfín fue alegría. Después se quedó pensativo. «Pero deme usted dos o tres días. Tengo que arreglar varios asuntos...».
Palabra del Dia
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