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Actualizado: 10 de mayo de 2025


El millonario, después de terminado el relato, se hundió en el sillón, anonadado, sin fuerzas, como si al echar fuera de el peso doloroso de los recuerdos, cayese sobre él, de un golpe, el cansancio de la noche anterior pasada en vela, el desfallecimiento del hambre. Y ahora, ¿qué piensas hacer? preguntó Aresti. ¿Y me lo preguntas? dijo con desaliento el millonario. ¡Qué yo!

Escuchaba Feli con asombro el relato de estas costumbres primitivas que se desarrollaban a las puertas de una gran ciudad.

La mozena dió dos pasos dentro de la habitación, y confidencialmente relató: Estos señoritos son el diablo.... Ya ve, a usted la cortejaba, como quien dice, y lo mismo hacía con Rosa la del Molino. Carmen movió lentos los labios para decir: Rosa....

Disimuló, no obstante, y dijo: Pues que del relato de vuestra historia estamos pendientes, seguidla, que ya veis con cuánta atención y buen deseo os escuchamos. No ha de ser sin que vos acabéis vuestro relato, señora, dijo Margarita, que lo que del mío queda, aunque sea bien doloroso, es harto breve.

Recordando Ferpierre el relato del juez de paz, según el cual el Príncipe, a la llegada de Julia Pico, se había turbado, poniéndose otra vez a temblar nerviosamente y a respirar con ansia, pensaba que tal vez Alejo Zakunine hubiese visto en la mujer una acusadora, y que de allí proviniera su turbación.

De lo que me dio a entender mi hija el viernes; de lo que ayer sábado me declaró sin ambages, y de lo que hoy ha dejado traslucir en su relato, se deduce que su enfermedad, como le he dicho a usted antes, no tiene más que un remedio; y ese remedio es incompatible con los planes que yo tenía.

Donde se traza el retrato de don Juan y se habla de otro personaje que, sin ser de los principales, influye mucho en el curso de este verídico relato

Sin duda empezó á tener origen esta tradicion cuando estaba ya formada la falsa creencia de haber tenido la ciudad otro asiento distinto del que hoy tiene, al pié de la Sierra, en el campo vulgarmente llamado de Córdoba la vieja. Estractaremos el relato que de ella hace Al-Makkarí.

Y si ustedes me preguntan qué es eso de ser «blanco», les diré que luego de tantos años no estoy todavía bien enterado... Tal vez me hicieron «blanco» a la fuerza. Y relató su llegada a Montevideo, cuarenta años antes, sin más fortuna que una carta de presentación para un catalán establecido en el interior. El país estaba en revuelta, pero la ciudad presentaba su aspecto normal.

Nos estrechamos cuanto fue posible, y el notario terminó su relato en esta forma: Judit había dicho: ¡Esperar!... y durante algunos días Arturo tuvo paciencia, confiando en recibir alguna carta, algún aviso... Volveré a verla, pensaba; ella vendrá, me lo ha ofrecido... Pero pasaban los días, las semanas, y Judit no iba. Seis meses transcurrieron de este modo, luego un año, después hasta dos.

Palabra del Dia

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