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Actualizado: 26 de junio de 2025


Quiero decir, antes que nos extraviemos entre sutiles metafísicas, que aún me parecen más inextricables que los laberintos de la botánica, que Luz, con su equilibrio de agentes íntimos, no era un reló que andaba bien, ni una soñadora que bebía vinagre y suspiraba por «el reposo de la tumba», sino una mujer de carne y hueso, con muy pocas ambiciones y muy apaciguados deseos; porque había en los ojos de su imaginación unas lentes que le presentaban los objetos exteriores con un colorido sumamente dulce y a una luz suave y tranquila, como la de un crepúsculo de otoño.

Era mucho engordar el suyo; y lo peor de todo, que no podía saber cuándo ni en qué pararía aquella marea de grasa, porque el apetito iba también en auge, y más bravo se le ponía cuanto más alimento se le daba. Por de pronto nada le dolía; y fuera de no poder calzarse, ni vestirse, ni acostarse por sola, andaba como un reló.

Llegaron a cruzarse los aceros; pero en el instante en que parecía que iba a empeñarse la lucha con todo encarnizamiento, suspendió Pepe Guzmán sus acometidas, miró el reló, tendió la diestra a Verónica, puesto en actitud de marcharse, y la dijo con singular expresión de acento y de mirada: Tenemos que hablar de estas cosas muy despacio. Hasta mañana.

El Beffroi es sinembargo muy curioso por su magnífico juego de 44 campanas, que forman sinfonía cada vez que el reló marca una medida del dia. La enorme torre mide hasta la tercera galería, donde están las campanas, 118 metros de altura y todavía la coronacion del edificio se eleva de allí unos 36 metros.

»Item. Que me comprometí á ponerle por mi cuenta en el juriaco que ocupa. »Item. Que señalo una cantidad de dos mil reales al año para gastos que el infrascrito reló preduzca, ó arroje de mesmo, ó séase para su manutención y conservación. »Item.

Entonces se piensa con fruición hasta en las peripecias, en los horrores de un incendio repentino de la casa; en la enfermedad del profesor de Geografía, o en la prisión de la directora por mandato del Gobierno...; en fin, en todo lo que pueda ser causa de que se altere y descomponga, de cualquier modo, la máquina de aquel reló de piezas humanas.

Salvador habría podido pasar por la muestra de aquel humano reló 18, pues su cara no expresaba nada, a no ser la inmutable tristeza de un horario. ¿Qué contaba Zorraquín? Las hazañas de Zumalacárregui, que era el asunto obligado en Pamplona y en toda Navarra.

Y cuando yo sea grande, me comprarán tres vestidos cada mes, y un reló con diamantes y botas a la emperatriz. Yo voy también al colegio con ésta; y en mi casa se come principio todos los días, y los domingos se toma café; y mi papá tiene un perro en la huerta que muerde a las tarascas pegotonas.

Nos vió aldeanos, le gustó el pueblo, y dijo: «á pescar lo que se pueda....» Porque, señores, pinto el caso de que uno cualquiera de ustedes va al lugar de ese señor, y tiene tanto dinero como él: por mucho que el lugar le guste, ¿se le ocurrirá regalar un reló para la torre de la iglesia? Es claro que no contestaron algunos.

Hasta... hasta donde siempre... sólo que, verás, me estuve en el banco en que me dejaste en la Glorieta, lee que te lee hecha una tonta, y me bajé después muy despacio hasta el Miradorio... Viéndome allí ya, como estaba la mañana tan hermosa, alargué el paseo hasta cerca del muelle; pero cuando más descuidada estaba, oigo el reló de la Colegiata, me pongo a contar, ¡Dios mío! y cuento las doce.

Palabra del Dia

vorsado

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