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Actualizado: 17 de mayo de 2025


Entonces no había telégrafo, ni periódicos de información, y un hombre movedizo y viajero podía cambiar fácilmente de personalidad y vivir largos años sin que nadie le reconociese.

Aplaudieron todos que al fin se hubiera humanado la maestra y aplaudieron más aún que, en virtud de nuevas declaraciones y promesas de Currito, se reconociese y se proclamase allí la autonomía de Rosita y de doña Marcela. Para solemnizarla, ambas niñas bailaron unas sevillanas con notable garbo y maestría.

Llamó a su paje favorito, le hizo verter sobre su cabeza y sus barbas un pomo de olorosas esencias, para que por su fragancia se le reconociese entre los muertos, y salió a morir o a vencer a los rebeldes.

Finalmente, á pesar del infierno, llegó á vista de los Zibicas; pero antes de entrar en la Ranchería, envió delante á Numani, cristiano fervorosísimo, para que reconociese si estaban dispuestos á recibir la fe; no tuvo éste mucho que hacer, porque la muerte desgraciada de los que el año antecedente habían osado poner en él las manos, les había persuadido que el siervo de Dios era amigo estrecho del demonio, y que por tanto se le debía hospedar, no por algún provecho de sus almas, sino para que no les causase algún daño corporal.

¡Juera con ella, que se vaiga á cuidar la puchera! añadieron por todas partes voces que nada tenían de suaves para la pobre mujer, que en vano gritaba para que se reconociese su supuesto derecho de hablar en aquel concejo.

El profundo respeto con que le saludó hizo que la reconociese: la hija del jardinero. Pero al mismo tiempo le miraba hipócritamente, con una curiosidad mal disimulada, como si sus pupilas estableciesen una separación entre el amo venerado por sus padres y el buen mozo al que adoraban las mujeres y del que había oído contar tantas cosas.

El tañedor era de los que regresaban a la tierra americana, saludándola con su música simple. En el muelle iba a encontrar los amigos de su pueblo, su familia, todos los atractivos de una nueva patria libremente escogida. El Morenito callaba, como si se reconociese de pronto sin autoridad y sin fuerza para aleccionar a aquellos jóvenes cansados de admirarle.

Se encorvaba para pasar inadvertida. Se aproximó al despacho de billetes, volviendo el rostro para que no la reconociese la empleada. Pero el hombre encargado de guardar la puerta corrió hacia ella: ¡Ah, no! ¿Viene usted á mover escándalo otra vez?... Para usted no hay entrada. Déjeme pasar, buen señor. Le juro que seré muy juiciosa.

De modo, dijo la señora de Freneuse, que esa desgraciada mujer por quien hiciste tantas locuras y á la que pretendían que habías matado, está viva... Vive y está en Londres. Anoche cantó en Covent-Garden y asistí á la representación con mis amigos. En un palco oscuro y con la cara pintada como un actor para que nadie me reconociese, pasé la velada en presencia de Lea Peralli.

Detúvose, un momento lleno de confusión y al cabo llamó dando un golpe. ¿Quién está ahí? preguntó la mujer como si despertase sobresaltada. Soy yo, Pepa. ¿Quién es? volvió á preguntar como si no le reconociese. Soy yo, Nolo. Perdona, Nolo, pero ya estoy en la cama. ¿No acabas de decirme que volviese en seguida? Pues ya estoy aquí... ¡Abre! profirió el mozo irritado.

Palabra del Dia

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