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Actualizado: 25 de junio de 2025


Esa, don Joaquinito, esa; y de no se burla nadie. La disputa se acaloró; tuvieron que intervenir los señores venerables del rincón obscuro; tan grave fue el incidente. Se pusieron por unanimidad de parte del señor Ronzal, si bien reconocían que se enfadaba demasiado. Le explicaron el caso, pues aún no había dejado que le enterasen. No se trataba de Ronzal.

Pero pronto reconocian su error, y el vácio que dejaba este desengaño hubiera sido abrumante, si no hubiesen tenido á su disposicion un Dorado y los Césares para llenarlo. Estas dos voces, que son ahora sin sentido para nosotros, fueron entonces el alma de muchas y ruinosas empresas.

La mayoría de los obreros carecían de armas y se batían con los puños ó con palos, profiriendo en la exaltación de la lucha blasfemias contra la Virgen de Begoña y sus devotos. La batalla se había fraccionado: peleábase en grupos sueltos ó individualmente. Los mismos compañeros no se reconocían, y muchas veces se golpeaban, creyendo herir á un enemigo.

Las piraterías moras no reconocían cuartel, salvándose únicamente el hombre fuerte que le conceptuaban útil para los duros trabajos del esclavo, ó la mujer joven y hermosa que pasaba á ser en las tolderías moriscas víctima del insaciable sensualismo de aquellas razas.

De modo que eran muchos los objetos que llevaban á palacio al confesor del rey, objetos todos enlazados, que reconocían una misma causa: su amor á la reina. Porque nuestros lectores lo habrán comprendido: el padre Aliaga amaba á Margarita de Austria.

Llegaba del Círculo de Labradores, donde, según me dijo uno, iba dejando ya, sobre el tapete verde de la mesa de juego, una fortuna. Era hombre de media edad aún, vigoroso, en quien los excesos de su vida disipada no se reconocían más que en la mirada vaga y perezosa. Reconocíase en él a un mismo tiempo al caballero y al calavera.

Sólo en parte se creía en el motivo aducido por ella: que hubiese muerto a la desgraciada italiana únicamente para devolver la libertad al correligionario y restituirle al partido, parecía creíble a los que tenían una alta idea del celo sectario; pero los más reconocían que a éste se habían unido los celos de la mujer amante para determinar el delito.

Sunnah equivale á tradicion. Habia entre los musulmanes dos famosas sectas, los Sunnitas y los Schiitas. Los primeros reconocian como sucesores legítimos de Mahoma á los tres Califas Abu-Beckr, Omar y Othman, al paso que los segundos sostenian que habian sido usurpadores de una soberanía que solo pertenecia de derecho á Ali, primo del Profeta, y á quien este llamaba su hermano.

Vestido de señorito, tenía algo de gitano; cuando se disfrazaba de chulo, todos reconocían en él al señorito. Era un ser doble, que flotaba entre la decencia y el encanallamiento. Según decían sus amigos, causaba sensación entre las mujeres.

Sus escasos triunfos servían para que la gente le abrumase con lecciones y consejos. «¡Así se mata! ¡Así debes hacer siempre, maulónLos partidarios fieles reconocían sus fracasos, pero los excusaban hablando de las hazañas realizadas por Gallardo en las tardes de buena fortuna. Se descuida algo decían . Está cansado. ¡Pero cuando él quiere!... ¡Ay!

Palabra del Dia

rigoleto

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