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Actualizado: 18 de mayo de 2025


De una parte, a la cabecera de la cama, permanecían, en pie, Apolonio y Chapaprieta, el capellán de la casa de Somavia, en la mano, y con un dedo entre los folios, el libro donde había leído la recomendación del alma. De la otra parte, una monja le enjugaba el sudor que resbalaba a hilos de la frente y de la calva. El peluquín se veía suspendido en un boliche de la cama.

Jacinta cayó en la cuenta de su distracción. «Espérate un momento». A poco volvió con lo que la chiquilla deseaba, y repetida la recomendación de portarse bien y estudiar mucho, acompañolas hasta la puerta. Cuando Severiana y su sobrinita salían, entraba Moreno-Isla, y Jacinta que le vio subir, se detuvo en el recibimiento. Subía despacio y jadeante, a causa de la afección al corazón que padecía.

»No obstante su respeto por aquella recomendación sagrada, y sobre todo su timidez natural, aumentada aún por el carácter despótico e impetuoso de aquel hombre, la imponían una especie de sumisión, soportando pacientemente sus impertinencias y disimulando en parte la aversión que le inspiraba.

Era cosa de ver la cara de mi amigo al oír lo del memorialito: representábasele en la imaginación el informe, y el empeño, y los seis meses, y... contentose con decir: soy extranjero. ¡Buena recomendación entre los amables compatriotas míos! Aturdíase mi amigo cada vez más, y cada vez nos comprendía menos. Días y días tardamos en ver las pocas rarezas que tenemos guardadas.

Cuando papá era Director, servía a este señor en cuanto le pedía, y ahora para el Ministro no hay mejor recomendación que la de mi padre. JOAQUÍN. ¿Aquí? ¡Trabajar aquí!... te has caído de un nido. En España no se recompensa el mérito. ¡Qué país! Es claro; yo trabajaría, yo me dedicaría a algo; pero ¿qué pasa?

La recomendación no era inútil, porque en las profundidades del departamento se estaba desencadenando una tempestad de gritos cavernosos, como si se practicara una operación quirúrgica muy dolorosa á un paciente bien despierto. Vamos á ver; estamos en la puerta de la izquierda, la de las lecciones, dijo Tragomer; hay, pues, que llamar á la de la derecha, la de los ajustes.

Creyó, como todos, que la fortuna únicamente puede esperarnos en un lugar de la tierra muy apartado de aquel en que nacimos, casi en los antípodas, y por eso aceptó con verdadera fe los informes de un amigo que le aconsejaba ir á Australia, ofreciéndole para allá varias cartas de recomendación.

¿Qué deseaba usted, caballero? me preguntó comiéndose, como andaluza de sangre, la mitad de las letras. Al mismo tiempo cerró aún más los ojillos para mirarme, levantando la cabeza y ladeándola, como un pájaro que escucha ruido. Volví a repetir mi demanda y la recomendación que traía.

Pero no era verdad, tenía ambición, amor al peligro y una confianza ciega en su estrella. La vida sedentaria le irritaba. Martín y Bautista dejaban solas a las dos mujeres y se iban a España. Al año de casada, Catalina tuvo un hijo, al que llamaron José Miguel, recordando Martín la recomendación del viejo Tellagorri.

Un día estaba haciendo los preparativos para zarpar, cuando recibi la visita del capitán de la goleta Dama Zuri, que me traía una carta de recomendación de mi amigo Recalde. La Dama Zuri era una goleta de tres palos, blanca como una gaviota y airosa como un cisne.

Palabra del Dia

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