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Actualizado: 26 de junio de 2025
Su cierre, instantáneo, hermético, absoluto, era semejante al de las piezas de artillería. Iba a enseñarles uno de los dos túneles por los que pasaban los árboles de las hélices. Entraron agachando la cabeza en una galería angosta de más de treinta metros de longitud, ocupada únicamente por una barra de acero que giraba y giraba tendida en sus ajustes, brillando como una espiral de mercurio.
Como el edificio en que las sesiones se celebraban, ó sea la casa consistorial, estaba á dos pasos de la iglesia, á medida que ésta se desocupaba iba llenándose la otra, deseosos los vecinos de saber de que se trataba, pues ni había carreteras que componer, ni arbitrios que rematar, ni repartos que hacer sobre el territorial, ni sorteo de mozos para el ejército, ni siquiera ajustes de puertos y pastores.
Franqueza por franqueza. Sí, señor, me gusta Cristeta... A todos nos gustan las mujeres; ¿cree usted que no tengo yo también lo que necesito?... ... me gusta Cristeta; pero ¿y si fuera también verdad que deseo meterme a empresario? Como usted ve, mi casa es pequeña, necesito poner un cuarto, una oficina donde ultimar contratos, hacer ajustes, etc., y necesito un representante. ¿Quiere usted serlo?
Desde allí fuimos hasta un pueblo de cristianos que tenia yo por cuevas de ladrones. Era su capitan Juan Reinville, que entonces estaba ausente, sin duda por nuestro bien, en el pueblo de San Vicente, con otros cristianos para cumplir ciertos ajustes que habian hecho.
La recomendación no era inútil, porque en las profundidades del departamento se estaba desencadenando una tempestad de gritos cavernosos, como si se practicara una operación quirúrgica muy dolorosa á un paciente bien despierto. Vamos á ver; estamos en la puerta de la izquierda, la de las lecciones, dijo Tragomer; hay, pues, que llamar á la de la derecha, la de los ajustes.
Y la sortija pasaba entre las manos de las mujeres, admirándola éstas con exclamaciones de entusiasmo. Sólo Carmen hizo una mueca al verla. «Sí; muy bonita.» Y la pasó a su cuñada con presteza, como si le quemase las manos. Después de esta corrida empezó para Gallardo la temporada de los viajes. Tenía más ajustes que en ninguno de los años anteriores.
Vive de su agencia, pero la desprecia; en cambio su profesorado no le da más que obligaciones, pero eso le enorgullece. Los ladinos que quieren buenos ajustes conocen bien lo que tienen que hacer; dicen que cantan según el método Campistrón y en seguida son presentados como fenómenos de arte por el vanidoso agente.
Palabra del Dia
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