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Actualizado: 2 de mayo de 2025
Al verlo el viejo, se abalanzó sobre Roger y rodeándole fuertemente la cintura con ambos brazos, gritó al otro que apuñaleara á su enemigo por la espalda. Acercóse el negro, recogió su arma y Roger creyó llegada su última hora, si bien no dejó de hacer vigorosos esfuerzos para derribar á su adversario, cuya garganta apretaba con furia mientras forcejeaban ambos de uno á otro lado del camino.
Mi padre la recogió, a fin de concluir la lectura. Yo vi que apretaba nuevamente las cejas, tiraba de una comisura del labio hacia arriba, inflando así la mejilla, la cual se arrascaba, indicio de contrariedad. Antes había dejado caer la carta al llegar a lo de la herencia.
Por fin, hizo un último esfuerzo, rompió las tenazas, y Marta sintió con terror inexplicable que tenía sangre en las manos. Recogió los pedazos del instrumento roto y corrió a su cuarto, cayendo sin conocimiento en una silla. Volvió en sí largo rato después.
Su emoción era grande, por más que lo disimulaba. Por último, descubrió por la pinta el rey de copas, y se detuvo. Tire Vd. dijo el capitán. No hay para qué. El rey de copas. ¡Maldito sea! El curita me ha desplumado. Recoja Vd. el dinero. El conde echó con rabia la baraja sobre la mesa. D. Luis recogió todo el dinero con indiferencia y reposo.
Y, diciendo estas y otras semejantes razones, soltando la adarga, alzó la lanza a dos manos y dio con ella tan gran golpe al arriero en la cabeza, que le derribó en el suelo, tan maltrecho que, si segundara con otro, no tuviera necesidad de maestro que le curara. Hecho esto, recogió sus armas y tornó a pasearse con el mismo reposo que primero.
Viendo el dicho D. Joan de Castilla que éstos sus soldados volvían las espaldas, salió fuera con el resto de su compañía é hizo rostro á los turcos y trabó la escaramuza con ellos y mataron algunos de los turcos, y de sus soldados pocos fueron heridos; y viendo los turcos el daño que rescebían, se retiraron á la vuelta de su campo, y ansí el dicho Capitán recogió á los dichos sus soldados sin perder ninguno.
Petra recogió el servicio del café. Andaba perezosa. Entró y salió muchas veces. El ama no la veía siquiera, miraba, sin mover los párpados, a la hornilla negra y fría. La doncella se comía con los ojos a la señora. «¡No va al teatro! Aquí pasa algo. ¿Estorbaré? ¿Me necesitará?». ¿Querrá algo la señora? preguntó. Sobresaltada la Regenta, respondió: ¿Yo?... ¿qué?... Nada; vete.
¿Verdad que sí? dijo vivamente Liette radiante; mamá está mucho mejor, gracias a Dios. Y a usted, querido don Raúl añadió aturdidamente la viuda; no nos cansamos de repetirlo. Raúl no recogió la frase, pero tomó nota de ella con íntima fatuidad. Le creíamos a usted en Londres dijo la joven para cambiar de conversación.
Recogió sus cartas, entregándolas a un ujier para que las llevase a la estafeta, y contoneando su cuerpo voluminoso, con una falsa gallardía juvenil, salió al pasillo central, prolongación del gran mentidero del salón de Conferencias. El Excmo. Sr.
D. Alvaro dijo que tampoco saldría él. Este mismo salieron de la isla el Papa del Caruán y el Infante de Túnez y el jeque con los moros de su parcialidad. El Bajá se recogió dende á dos días con las galeras que allí habían quedado: era la mayor parte de la armada, porque hasta con 30 fué dando caza el Bajá á las galeras y naves. Dispararon mucha artillería las unas y las otras.
Palabra del Dia
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