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Actualizado: 2 de mayo de 2025
Irriteme: el cielo es testigo que yo no había nacido para periodista; pero las circunstancias me pusieron la pluma en la mano: hice artículos contra aquel gobierno; y como entonces era uno libre para pensar como el que estaba encima, recogí varias estocadas de unos cuantos aficionados, que se andaban haciendo motines por las calles.
Recogí mi bagaje precipitadamente, y á grandes saltos, conseguí ganar la orilla del torrente. Cuando volví la vista, el furioso elemento cubría ya el punto donde estaba acostado momentos antes.
Bajé a medio vestir, tal como estaba, a la sala del piso inferior, donde se encontraban nuestros regalos, bajo el árbol de Navidad. Tanteando en la obscuridad, busqué su plato, recogí los objetos que estaban al lado de éste, y por encima de todo coloqué el paquete de cartas. Cargada de esta manera, me acerqué a su puerta y toqué.
Recogí el sombrero, me lo puse, y volví á alzar la cabeza y á remitir otra sonrisa, acompañada esta vez de un ligero saludo. Pero mi agresor seguía inmóvil y aterrado sin darse cuenta ni poder explicarse las amables disposiciones en que su víctima se hallaba.
Y como estaba convencido de que el mundo no podía sentir la más leve emoción por mi retirada, ni había llegado a enterarse de que existo, recogí los bártulos que yo titulaba ideales, me decidí a comer, y aprovechando ciertos bombos dados por mí en los periódicos a la casa Dupont, me metí en ello para siempre, y no puedo quejarme.
Estuve muy sola hasta que recogí a Joaquín en los bosques cercanos, cuando no era más alto que un gato, y le enseñé a pedir la comida; pero ahora tengo, además, a Poli, ésta es la urraca, sabe infinidad de juegos, y por las noches me acompaña con su charla, de manera que se me figura que no soy el único bicho viviente que aquí se cobija.
¡Infeliz! exclamó con ahogado sollozo . ¿Puede el dolor moral matar de esta manera? Cuando yo la recogí en la Trascava, estaba ya consumida por una fiebre espantosa. Pero eso no basta ¡ay!, no basta. Usted dice que no basta. Dios, la Naturaleza dicen que sí. Si parece que ha recibido una puñalada. Recuerde usted lo que han visto hace poco estos ojos que se van a cerrar para siempre.
En último resultado, la dije, ¿se niega usted a indicarme?... Nada sé; la recogí. Ignoro quién era; pero debe ser hija de buenos padres: las ropas que la envolvían eran ricas; llevaba, además, un magnífico medallón guarnecido de brillantes, y entre la faja un papel que decía: «Está bautizada, y se llama...» he olvidado el nombre; el que tiene ahora se lo pusieron en la confirmación.
Yo mataré a mi hombre. Y pronto. Venga esa mano. Ahí va. Ahora bajemos dijo lord Gray en el apogeo de su delirio. ¿A dónde? Al mundo. El mundo se ha hecho pedazos, no existe dije yo. Lo compondremos. Una vez se me rompió en mil pedazos un vaso etrusco que compré en Nápoles. Yo recogí los trozos uno a uno y los pegué perfectamente... ¡Oh, amada mía! ¿Dónde estás que no te veo?
Recogí lo que pude de papeles antiguos de Cataluña, y ayudado de sus escritores y de los Griegos he procurado sacar esta EXPEDICION que los nuestros hicieron á Levante, libre de dos terribles contrarios, descuido de los naturales y propios hijos, y malicia de los extranjeros, enemigos de nuestro nombre y gloria, que parece que andaban á porfia cual de ellos seria el autor de su muerte.
Palabra del Dia
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