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El Señor se mantenía, como siempre, inmutable y magnífico. Cuando le veas continuaba Eva , dile que estoy muy arrepentida de mi desobediencia. ¡Qué tiempo tan agradable el que pasé en el Paraíso! ¡Qué espléndidas recepciones daba yo allá! ¡Y qué buffet tan distinguido!... ¡Ay, las tortas celestiales!... Una de sus melancolías más dolorosas era á causa de las tortas celestiales.

Generalmente a la abuela le gusta recibir sola, y no me llama más que cuando viene con su madre alguna de mis amigas. Dice, como razón de ese ostracismo, que sus recepciones serían mortalmente fastidiosas para una cabeza como la mía, siendo así que el elemento ligero falta en ellas por completo. Es poco halagüeño para ... Las íntimas de la abuela son personas de edad madura.

Ninguna de las recepciones vespertinas del potentado universitario se había visto tan concurrida como la de esta tarde. Todos los que abominaban del contacto de la muchedumbre acudían á una tertulia que proporcionaba á sus asistentes cierto prestigio literario. Además, la reunión de esta tarde tenía un alcance político.

Un arquitecto condecorado con muchas órdenes extranjeras, y que además ostentaba el título de «Consejero de Construcción», era el encargado de modernizar el edificio medioeval sin que perdiese su aspecto terrorífico. «La romántica» describía por anticipado las recepciones en el tenebroso salón, á la luz difusa de las lámparas eléctricas que imitarían antorchas; el crepitar de la blasonada chimenea, con sus falsos leños erizados de llamas de gas; todo el esplendor del lujo moderno aliado con los recuerdos de una época de nobleza omnipotente, la mejor, según ella, de la Historia.

La vida en Rio Janeiro, mas cara que en ninguna capital de Europa, es muy poco agradable. El espíritu de sociabilidad, léjos de irse desarrollando, no parece sino que se recoje: faltan las reuniones, los bailes, los clubs, las recepciones, todos los medios, en fin, que se conocen en Europa para verse, conocerse, hablar, discutir.

¡Pobre hija mía! ¡Cuando pienso que una simple comida es un acontecimiento en tu vida!... A tu edad estaba yo continuamente en fiestas y recepciones. ¡Los cotillones que yo he dirigido! Y, sin embargo, Dios sabe que no era yo mundana. Pero nuestra situación y los ascensos de tu padre exigían cierto decoro y cierta representación.

Facundo, después de vengar tan cruelmente a su general Villafañe, marchó a San Juan a preparar la expedición sobre Tucumán, adonde el ejército de Córdoba se había retirado después de la pérdida del general, lo que hacía imposible todo propósito invasor. A su llegada, todos los ciudadanos federales, como en 1827, salieron a su encuentro; pero Facundo no gustaba de las recepciones.

Ya las he visto dijo Melchor, mientras subía «de a cuatro» la amplia escalera, al terminar la cual fue recibido por la familia de Lorenzo que en coro le hizo una de esas recepciones íntimas en que el deseo de reír y de llorar se mezclan.

Don Horacio recordaba el esplendor de estas recepciones. Los antiguos sabían hacer las cosas en grande. Cuando nació tu padre decía a su nieto , fue la última fiesta en esta casa. Ochocientas libras mallorquinas pagué a un confitero del Borne por azucarillos, bizcochos y refrescos. De su padre se acordaba Jaime menos que de su abuelo.

Una verja rematada por jarrones del siglo XVIII se extendía ante la portada, cerrando un atrio de anchas losas, en el cual verificábanse en otros tiempos las aparatosas recepciones del cabildo y admiraba la muchedumbre los gigantones en días de gran fiesta.