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Actualizado: 26 de mayo de 2025


¡Ah! es usted muy bueno, señor Greenwood replicó, levantando sus hermosos ojos y mirándome con una expresión de profunda gratitud. Debo confesar que la idea de tener que verme íntimamente ligada a un desconocido, y que este desconocido es un extranjero, me produce un gran temor y recelo.

«¿Qué tripa se le habrá roto a este?», pensó con un vago recelo, que no se explicaba siquiera. Don Víctor acercó su silla a la del otro, y tomó el tono de las grandes revelaciones. Actualmente dijo todo me sonríe.

Sigamos, pues, componiéndolos y pronunciándolos por acá sin recelo de que se consuman nuestros bríos y calor natural en esta tarea de lujo y no de provecho. Pero ¿por qué tal tarea no ha de ser provechosa, considerada al menos como gimnasia en que nuestras facultades mentales se agucen, se afilen y se habiliten?

Los árabes, sin recelo de un barco en que está arbolada la bandera de Granada, del rey en prenda y señal, á Aben Jucef se adelantan y en paz le tienden la mano, como á un cariñoso hermano de igual raza y ley igual.

Verdad es también que la cara que les pusimos nosotros no era para engendrar respuestas de cortesía. Al cruzarme con ellos llevé instintivamente la diestra a la cintura, donde tenía, debajo de la espesa cazadora, un revólver de seis tiros, y bien sabe Dios que no por recelo de los hombres.

Por lo menos creo que, sin avisar á V. E., no quedaria cubierta mi obligacion, ni satisfecho mi recelo: mucho mas en el dia, que se ha esparcido la voz que me ha consternado, de que los Portugueses se estaban poblando al norte de la Concepcion y al sud del rio Corrientes, en terreno que nos compete.

Además, o era aprensión suya, o la marquesa de Montálvez no ponía tan buena cara a estas dos amigas como a otras que también la acompañaban a ratos; y por si el recelo era fundado, trataba de intimar lo menos que podía con ellas, y jamás hablaba a la marquesa de las confianzas y deferencias con que Leticia le distinguía.

Después que hubo contestado a mi alegre mirada con otra del mismo género, sus ojos procuraron no encontrarse con los míos, y entonces pude observar bien la tristeza, el recelo y el inexplicable temor de que estaba poseído.

De ella resultaba que el tío Frasquito había observado con sorpresa al principio, con recelo luego y con inquietud más tarde, que sir Roberto Beltz le seguía a todos los lados sin perderle un momento de vista; atribuyólo, al pronto, a la admiración que pudiera causarle su magnífico traje de gran mandarín, capaz de despertar las envidias del Mikado, porque era el tío Frasquito el feliz mortal que había tenido la honra insigne de figurar como rey blanco, al lado de Currita, en la famosa partida de ajedrez que acababa de representarse.

Octuvo el gobierno de Trípoli, que volvió en sus manos á ser depósito del botín, nido de piratas, origen de expediciones y recelo perpetuo de los habitantes de las costas de Italia.

Palabra del Dia

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