Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 24 de junio de 2025
Gallardo le admiraba, teniéndole por el más alto representante de la ciencia universal, al mismo tiempo que se permitía cariñosas bromas sobre su carácter bondadoso y el descuido de su persona. Su admiración era la misma del populacho, que sólo reconoce la sabiduría de un hombre mal pergeñado y con rarezas de carácter que le diferencien de los demás.
Y cuanto en ellas puede censurarse nace de la escuela que sigue y del empeño de superar y de extremar sus rarezas, tanto en el sentir y en el pensar, como en el estilo o modo de expresarse. Lo colosal y enorme de las imágenes delata el prurito de aturdir y de sorprender, y produce, hasta en los más eminentes poetas, hasta en el mismo Víctor Hugo, un amaneramiento barroco.
Y no había más que verle para convencerse de ello: ya era otro hombre; vestía con más esmero que antes; miraba con más firmeza; andaba mejor; hablaba menos, pero más al caso... en fin, no era ya el muchachón aturdido y abandonado a sus rarezas, sino el mozo discreto y convencido de algo, con su poco de carácter y su sello de legítima personalidad.
Ana, sí, Ana era muy buena; pero ¿qué derecho tenía Juan a olvidarse tanto de Lucía, y estando a su lado, poner tanta atención en las rarezas de Ana? Cuando ella estaba a su lado, ella debía ser su único pensamiento.
Para Amaury y Magdalena, a quienes la fuerza de la costumbre no les dejaba ver la verdadera causa de las rarezas del doctor, no obedecían éstas a otra causa, que a pasajeras contrariedades, y estaban muy lejos de advertir la pesadumbre real que motivaba aquella metamorfosis.
Sí, la conozco bien respondió la vieja con voz lúgubre, que semejaba la de un aparecido. Como se han criado juntas, ¿verdad? Sí, nos hemos criado juntas volvió a responder el aparecido. ¿Cuándo os habéis separado? Nos separamos hace treinta años. Y es muy rara, ¿no es cierto? Muy rara. Pormenores de las rarezas de su prima no fue posible sacárselos.
En esa misma semana tan llena de emociones, volvió a la estancia de su tío para buscar a su madre, que decidió instalarse definitivamente en la ciudad. Fue por la mañana y pasó el día con sus parientes. La notaron cambiada, muy abstraída. No tuvo "rarezas", no contradijo a nadie y rezó con su tía en el oratorio.
Las rarezas, las maldades, eran todas fingidas. ¿La ven ahora, con ese aire de indiferencia? Yo les aseguro que no cabe en sí de felicidad. De pronto, cuando el jefe del Registro llenaba las primeras formalidades, Raquel dejó de sollozar. Dijo algunas palabras ininteligibles y se dirigió impetuosamente hacia Adriana. Estaba resuelta a interrumpir el acto.
Los que con más gracia se burlaban de las rarezas de don Pedro eran los que con mayor sumisión y rendimiento le quitaban el sombrero así que le veían de media legua. Había vivido en la corte algún tiempo durante sus años juveniles, pero no echó raíces en ella.
No menos extraña es la titulada El serafín humano, en la cual se refieren historias de varios santos, como Santa Clara, Santo Domingo y San Francisco de Asís: las visiones extáticas del último se representan también en el teatro. Iguales rarezas se observan en San Nicolás de Tolentino.
Palabra del Dia
Otros Mirando