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Actualizado: 27 de junio de 2025


Los había acompañado á Entralgo y los había presentado á D. Félix su sobrino Antero, promovedor incansable de los intereses de aquella región y apóstol elocuente del progreso. Recibiólos el Sr. Ramírez del Valle con afable hospitalidad y les invitó á su mesa, pero no sintió alegría de verlos. Ya sabemos que su corazón no estaba abierto á la influencia de las maravillas industriales.

La fantasía de Cobo Ramírez, apretada por la gravedad del caso, fascinó a los invitados con peregrinas trazas y artificios delicados: los tuvo enajenados cerca de una hora. Llamó la atención, y le valió unánimes aplausos, un juego de sortija que se organizó en el medio del salón.

Pueden los altos riscos siempre estables Ser tocados del mar, mas no movidos De sus ondas en cursos variables. Ni menos á la tierra trae rendidos Los altos cedros Boreas, quando airado Quiere humillar los mas fortalecidos. Y éste que vivo exemplo nos ha dado: Desta verdad con tal filosofía DON LORENZO RAMIREZ es DE PRADO.

A lo que parece, no había grande exageración en estas referencias. De una tal doña Juana decía otra dama en la jorn. I de El socorro de los mantos, comedia de don Francisco de Leiva y Ramírez de Arellane: «Yo donde vive os diré: y es, porque busquéis el fin de ese fuego que os abrasa, la calle Mayor su casa y un coche su camarín.

De los vivos, Pinedo, Sánchez, Melchor de León, Miguel Ramírez, Granados, Christóbal, Salvador, Olmedo, Cintor, Jerónimo López. De mujeres, Ana de Velasco, Mariana Páez, Mariana Vaca, Jerónima de Salcedo, difuntas.

Ramirez acudió y la parentela Al bravo Leiva: el jóven que dormia En camisa saliò, que á estar en vela Mostr

Un grupo de cinco o seis niñas, entre las cuales estaba Esperancita, hablaba animadamente con algunos pollastres. Cobo Ramírez y nuestro inteligente amigo Ramoncito Maldonado, eran dos de ellos. Difícil es exponer las ideas que entre aquella florida juventud se cambiaban. Todas debían de ser muy finas, muy alegres, muy intencionadas, a juzgar por la algazara que producían.

La niña lo tenía, en efecto, comprometido con el conde de Agreda; mas al oir la demanda de Castro, sintió tales deseos de acceder a ella, que con sorprendente audacia respondió que . La duquesa designó como dama directora a la condesa de Cotorraso, a la cual se unió Cobo Ramírez. Este se imponía en todos los bailes como habilísimo director de cotillones.

Adiós, repito, y quiéreme como a tu buena hermana. Esta carta, que, por venir de quien venía, encantaba a Paco Ramírez, no pudo menos de llenarle al mismo tiempo de zozobra. Paco veía y calculaba claramente que su amigo Braulio debía de haber llegado al lugar veinticuatro horas antes que la carta. ¿Dónde se había metido? ¿Dónde había ido a parar?

Cobo Ramírez abandonó por un rato a Esperancita dejándola en poder de su rival, para sentarse en un rincón delante de una mesita volante y devorar algunos trozos de boeuf d'Hambourg y jamón.

Palabra del Dia

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